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La fábrica de Ence Los incendios ponen el foco en la papelera cuya concesión Rajoy prolongó 55 años

La rápida expansión de plantaciones de eucalipto, vital para nutrir a la gran fábrica de pasta de papel de Galicia, centra el debate sobre las causas estructurales de los fuegos. El presidente fue declarado persona non grata tras su decisión.

Incendio forestal de Carballeda de Avia (Ourense). / EFE

JUAN OLIVER

“Compramos madera de eucalipto. Contacto directo. 900 100 125. Llamada gratuita”. ¿A que parece un anuncio breve de los clásicos? Pues no lo es. Este texto figura en lugar destacado en la página web de Ence, la empresa de celulosas que posee una fábrica de pasta de papel ubicada en Pontevedra y que desde hace años protagoniza una sonada polémica política en Galicia. Por su culpa, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy fue declarado el año pasado persona non grata por el Ayuntamiento de su ciudad natal.

Ence es una de las pocas grandes industrias que quedan en Galicia después de diez años de crisis. Su factoría pontevedresa (tiene otra en Asturias), fue construida al borde del mar en la desembocadura del río Lérez, en pleno auge industrializador del franquismo, y fue durante años responsable de la contaminación de las aguas de la ría de Pontevedra con metales pesados, especialmente mercurio. Da trabajo a 300 personas, aunque la compañía afirma que su actividad genera 5.000 empleos directos. Muchos de ellos, si no la mayoría, en el sector forestal.

El anuncio citado arriba continúa explicando por qué la empresa se ofrece directamente a comprar eucaliptos sin intermediarios, pactando con los propietarios de los montes su tala y transporte: “Ence, mayor gestor forestal privado de España, primer productor europeo de celulosa de eucalipto y líder español en generación de energía renovable con biomasa, apuesta por una relación directa con el propietario del monte, que permita trasladar a éste una parte importante de la generación de riqueza derivada de la gestión forestal”.

Galicia es el principal mercado en el que Ence se aprovisiona de madera para producir celulosa. Y muchos la responsabilizan de haber promovido la expansión de las plantaciones de eucaliptos, una especie australiana introducida en España a través de los montes gallegos a mediados del siglo XIX, y que hoy ha devorado el paisaje autóctono. Según la Consellería de Medio Rural de la Xunta, hoy hay en Galicia 425.000 hectáreas de eucaliptos, el equivalente a un 15% de su territorio y algo así como más de la mitad de toda la Comunidad de Madrid. La superficie de eucaliptales se ha duplicado en apenas 30 años, y representa ya el doble de la previsión que los planes forestales de la Xunta establecían para dentro de tres lustros.

Cada vez que hay incendios en Galicia resurge el debate entre quienes advierten contra los intereses económicos que rodean al eucalipto, como los de Ence, y los de quienes subrayan que se trata de una falacia, porque los montes más cuidados y vigilados, precisamente, son los que están plantados con esa especie.
Antón Masa, biólogo y presidente de la Asociación pola Defensa da Ría (APDR) de Pontevedra, está entre los primeros. “Si me preguntan si Ence provoca directamente los incendios, la respuesta, evidentemente, es que no. Pero si la cuestión es si existe una relación de causalidad entre los fuegos y una política forestal basada en el monocultivo de eucaliptos y si Ence es la que la promueve, entonces la respuesta es que sí”, indica.

Masa cree que la proliferación del eucalipto en Galicia es una de las tres causas estructurales que explican la frecuencia y la virulencia de los incendios, junto al abandono del medio rural y el envejecimiento de la población ligada al sector agrario, y la ausencia de políticas preventivas globales y adecuadas.

El eucalipto es una especie pirófila. Es decir, de las que pueden aliarse con el fuego, al que resisten mucho mejor que otras. Un ejemplar puede arder y rebrotar tras haberse librado de otras especies competidoras, y, por su altura y flexibilidad (pueden superar los treinta metros) y gracias al viento, lanzar sus semillas a mucha distancia, lo que convierte al fuego en un aliado para su reproducción. Pero también lanza lapas ardientes, es decir semillas y trozos de madera y corteza en llamas que complican enormemente la extinción del fuego. “En Galicia muchos incendios reaparecen con nuevos focos porque los eucaliptos funcionan como lanzaderas de esas lapas”, afirma Masa.

El biólogo cree que hablar sin pruebas de “terrorismo incendiario”, como hizo estos días el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, es un bulo destinado a tapar la ineficacia de su política forestal. Pero matiza que se trata de un bulo útil porque resulta fácil extenderlo entre una sociedad alarmada dispuesta a asumir la versión de las autoridades de manera acrítica. Masa ni siquiera da veracidad a quienes aseguran que a Ence podrían beneficiarle los incendios por la posibilidad de comprar madera barata –“les resultaría mucho más caro limpiarla”, insiste-, pero reitera que sí es cierta esa relación de causalidad entre el fuego y la industria papelera: “La única razón de la expansión del eucalipto es la necesidad de alimentarla”.

No todos los que participan en el debate opinan como él. Es el caso de José Manuel Iglesias, presidente del Clúster da Madeira de Galicia, que asocia a casi medio centenar de empresas ligadas a toda la cadena de valor del sector forestal, y quien defiende que a los productores de madera no se les ocurriría quemar el monte, como a ningún pequeño empresario se le ocurriría prender fuego a su negocio. Al contrario: “Son esos héroes que han aparecido estos días, luchando contra los incendios, sin dormir, arriesgando sus vidas y prestando sus manos y su maquinaria gratis para apagarlos”, dice.

Iglesias se muestra dolido por las insinuaciones que se han vertido sobre los propietarios de eucaliptales. “Es como sufrir el asesinato de un ser querido y que te acusen de ser el asesino”, narra. El presidente del Clúster conoce a productores que en apenas unas horas han visto arder su futuro y el trabajo de toda una vida, y recuerda que lejos de esa imagen de especuladores con que algunos tratan de equipararlos, la inmensa mayoría son familias trabajadoras que desarrollan una actividad beneficiosa para toda la sociedad: cuidan el medio, protegen su sostenibilidad, promueven el desarrollo rural para que la población ligada al campo pueda obtener rentas dignas, ayudan a combatir el cambio climático porque su trabajo es plantar y cuidar árboles que captan dióxido de carbono...

“Frente a los bosques abandonados, que son verdaderas bombas de biomasa, las plantaciones de eucaliptos son las más limpias, las más cuidadas y las más vigiladas. Entiendo que pueda haber urbanitas bienintencionados que cuando ven una catástrofe como ésta salgan a opinar y a dar soluciones, pero deberían escuchar a los portavoces de Greenpeace, que ya han dicho que no se puede criminalizar a una especie”, relata.

Varias personas observan un incendio en Chandebrito. | LAVANDEIRA JR. (EFE)

Varias personas observan un incendio en Chandebrito. / LAVANDEIRA JR. (EFE)

Para Iglesias, las plantaciones de eucalipto proliferan en Galicia porque son rentables. Y, a su juicio, es ese criterio, el de la rentabilidad, el que debería regir la política forestal a través del fomento de las certificaciones forestales al uso en muchos países de Europa, donde el mercado exige que la madera, sea cual sea su uso y destino final, proviene de bosques gestionados con criterios de sostenibilidad reconocidos internacionalmente. En cuanto a la fábrica de celulosa de Pontevedra, relacionarla con los incendios es, para Iglesias, “una tontería”. “Si la cerramos, se frotarán las manos en el norte de Europa, precisamente en los países que tienen las mayores exigencias medioambientales”, concluye.

Lores critica las puertas giratorias en Ence

La factoría pontevedresa de Ence se ubica en terrenos públicos gracias a una concesión que expiraba en el 2018 y que el Gobierno acaba de prorrogar hasta el 2073. Por esa razón, el Ayuntamiento, gobernado desde 1999 por Miguel Anxo Fernández Lores, del Bloque Nacionalista Galego, declaró hace un año persona non grata a Rajoy. Lores explica que el consistorio ha recurrido la decisión ante los tribunales de lo Contencioso-Administrativo, y añade que si es preciso llegará al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

El alcalde es de los que piensan que existe una estrecha relación entre los incendios y los eucaliptales, y pone como ejemplo los del fin de semana pasado, que afectaron a tres áreas, la región Norte de Portugal, Galicia y Asturias, “invadidas de eucaliptos y que cuentan cada una con una fábrica de celulosa”. “¿Casualidad?”, se pregunta. La de Asturias también es propiedad de Ence.

Lores recuerda que desde su plena privatización en el año 2001 bajo el Gobierno de José María Aznar, la empresa siempre ha tenido de su mano a las administraciones vinculadas al Partido Popular, a las que critica por haber hecho que la riqueza económica y el valor ambiental y paisajístico de la ría de Pontevedra se haya supeditado desde hace años a la actividad de empresa privada. “Por esos beneficios sufrimos la polución del aire y la contaminación del mar, y un impacto ambiental y paisajístico aberrante. Y aún encima ha promovido un régimen forestal de monocultivo que amenaza a todo el país y que además es una de las causas de los incendios”, incide.

El regidor, además, relaciona la laxitud de las administraciones con Ence con la composición de su Consejo de Administración, buen ejemplo de cómo funcionan esas puertas giratorias que trasladan algunos apellidos desde el sillón de un cargo público hasta el despacho de una compañía privada. Como el de Isabel Tocino, ex ministra de Medio Ambiente con Aznar, o el de Carlos del Álamo, que fue el primer conselleiro de Medio Ambiente de Manuel Fraga tras ocupar la Dirección Xeral de Montes de la Xunta.

En cualquier caso, Ence niega cualquier conexión entre el eucalipto y los incendios. En una nota de prensa enviada el pasado lunes, lamenta las acusaciones que los relacionan vertidas “de forma interesada e irresponsable desde ciertos sectores”. Y se remite a los informes históricos del Ministerio de Agricultura, “que demuestran que en el período 2000-2014 menos del 1% de los eucaliptales gallegos son por término medio anualmente pasto de las llamas, significando sólo el 7% de la superficie quemada”. También cita las estadísticas de la Xunta, que recogen que sólo el 30% de las áreas afectadas corresponde a zonas arboladas, y que el 70% es “monte abandonado”.

“Estos datos muestran que los incendios afectan principalmente a las zonas abandonadas, no a los eucaliptales, especialmente si se gestionan. Es la acción criminal incendiaria la que, aprovechando estas duras condiciones ambientales de sequía y viento, está dando origen a estos terribles fuegos, y es la falta de gestión del monte, que resulta en abandono, un factor clave de su propagación”, concluye la empresa.*

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