Este artículo se publicó hace 13 años.
2012: el fin del mundo será 'tuiteado'
El próximo año augura la gran batalla entre la propiedad intelectual y el resto de derechos fundamentales
Dos premoniciones apocalípticas para 2012, una de coña y otra muy seria. La primera es que el próximo diciembre desaparecerá la civilización. El día 21, para ser exactos, ocurrirá una especie de Ctrl + Alt + Supr a escala global. Lo dice el calendario maya y si lo cuentan en una película tiene que ser verdad. Para el segundo presagio me voy a apropiar de un titular reciente usado por la revista Wired para resumir 2011, pero condenado a justificarse en los próximos meses: 2012 será el año en que la propiedad intelectual choque definitivamente contra otros derechos fundamentales. Digamos que el asalto no será definitivo pero sí crucial para adelantar el futuro que nos espera en internet, que es donde el negocio de la cultura se la juega.
2011 ha sido un año fascinante para el pulso que las industrias culturales mantienen con el etéreo, imparable y maldito progreso. Amenazados por un nuevo video killed the radio star, se ha criminalizado el enlace, algo tan insólito como culpar a las ondas de radio o a la fibra óptica. Ya sea en EEUU con la SOPA, la Hadopi en Francia o la ley Sinde en España, habrá que estar atentos a los juzgados, porque ahí es donde se verá el alcance de estas normas "antipiratería".
Hablando de Wert, el nuevo titular de Educación, Cultura y Deporte promete no morderse la lengua y dar declaraciones con chicha. Otra cosa es que sean exactas, como eso de que España es "líder" en piratería y que las descargas son "ilegales". El programa del PP en cultura augura jaleo: desmontar "la trasnochada estrategia de la subvención", apostar por el mecenazgo de empresas y "sociedad" y el tratamiento de "cultura" para los toros como blindaje de la llamada fiesta.
Otros grandes temas de 2011 seguirán dando que escribir en 2012: la trama SGAE y el anunciado renacer de la gestora; el desenlace del escándalo del Diccionario Biográfico de la RAH, que ha puesto sobre la mesa que hay una parte de la Academia a la que ya le falla la memoria; los recortes en festivales y la manipulación política en instituciones culturales (ahí está el maltrecho Niemeyer); y las impli-caciones del 15-M en la vida cultural, entendida en su sentido más amplio. Porque las páginas de cultura de un diario también deben dar herramientas para que el lector construya su pensamiento.
¿Qué queda? El pop: este año iremos a un Primavera Sound muy heavy; leeremos lo último de George R. R. Martin en castellano; seguiremos a Springsteen por España; y hablaremos de la nueva estrategia de Holly-wood para hacernos pasar por caja: el reestreno en 3D de Titanic. Y seguiremos desa-yunando con los titulares en Twitter, intentando ordenar el ruido que hay ahí fuera. A pesar de todo, me temo que el protagonista cultural de 2012 será la neolengua orwelliana, convertida en tiempos de crisis en código fundamental para no entender nada de lo que parece ser una estafa global. ¿"Crecimiento negativo", dices? ¿"Desaceleración"? ¿Dónde demonios está la RAE cuando de verdad se la necesita?
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