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24 horas en Cuenca, la ciudad del arte contemporáneo y las casas colgadas

Los miradores de la ciudad alta, la Plaza Mayor, la Catedral, las Casas Colgadas y los sorprendentes museos de la Fundación Antonio Pérez y de Arte Abstracto Español son algunas de las citas ineludibles en una jornad

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Entre sus casas colgadas, sus miradores a vista de pájaro sobre los tajos del Júcar y el Huécar, y las espléndidas obras que custodian su Museo Fundación Antonio Pérez y su Museo de Arte Abstracto Español, Cuenca rompe el molde de las ciudades Patrimonio de la Humanidad de España, sumando a su magníficamente conservado casco histórico un acento personal donde las formas, los colores y las sugerencias plásticas se suceden permanentemente.

Un recorrido de 24 horas por esta antigua fortaleza, instalada en un entorno natural deslumbrante, debe comenzar sin duda por la ciudad alta, preferentemente por el antiguo castillo árabe, al que se puede acceder cómodamente en transporte público o en automóvil, para apreciar desde sus alturas las verdaderas dimensiones de este singular conjunto urbano, arracimado en lo alto del doble desfiladero que forman en su encuentro los ríos Júcar y Huécar; la panorámica desde el mirador del barrio del castillo sobre la fachada de la hoz del Huécar no tiene desperdicio.

Muy cerca del castillo, instalado en las dependencias del antiguo convento de las carmelitas descalzas, se encuentra la primera cita ineludible de nuestra visita: el Museo Fundación Antonio Pérez. Más de 3.000 obras de artistas contemporáneos españoles y extranjeros distribuidas en las cuatro plantas del cenobio, desde Andy Warhol hasta Chillida, pasando por Millares, Rueda o Antonio Saura, a la que hay que sumar la sorprendente colección de objetos encontrados por Antonio Pérez, todo un elogio de la belleza plástica de la vida cotidiana...

Tras una concienzuda visita a tan especial museo, la ronda de Julián Romero forma un camino fascinante por la ciudad alta, abriéndose permanentemente en miradores sobre el Huécar, hasta llegar a la Plaza Mayor, verdadero corazón de la vida ciudadana conquense.

Por la calle Obispo Valero se llega hasta el Arco de las Sirenas, que se abre espectacularmente sobre la hoz del Júcar, al pie de los celebérrimos balcones de madera de las Casas Colgadas de Cuenca, en una de las cuales se ubica el Museo de Arte Abstracto Español, que complementa magníficamente la visita del anterior y termina por darle a Cuenca su merecida condición de capital del arte contemporáneo de Castilla-La Mancha.

El puente de San Pablo, vertiginosamente colgado entre las dos orillas de la hoz del río, ofrece la oportunidad de pasar al otro lado no sólo para llegar hasta el antiguo convento en el que están instalados el Parador de Turismo de Cuenca y el Espacio Torner (instalado en la iglesia de San Pablo y dedicado a la obra del pintor y escultor Gustavo Torner), sino también para apreciar desde allí el prodigio de equilibrio de las Casas Colgadas; de vuelta por el estrecho pasadizo entre rocas cortadas a pico, en la plaza de Ronda se pueden apreciar los rascacielos medievales del barrio de San Martín, unas originales casonas que alcanzan hasta una decena de plantas.

Dedicada la mañana fundamentalmente a admirar el arte contemporáneo y los caprichos de la naturaleza, es menester buscar alguno de los restaurantes conquenses que prolongan esta alucinación literalmente colgados sobre las hoces, buscando las ricas propuestas de la cocina conquense, bien afianzada en los productos de la tierra.

El gótico de la Catedral de Cuenca, y las valiosas piezas de su Tesoro, ponen una nota de contraste en el inicio de la tarde; después de una visita pausada al primer templo conquense, la hoz del Júcar muestra su mejor cara con la iluminación teatral que le prestan los rayos del sol en su declinar. La calle de San Pedro, con sus conventos y sus palacios, o la plaza del Trabuco, con la iglesia de San Pedro, ponen un paréntesis medieval en medio de todo este espectáculo; una fascinación que continúa en la ermita de la Virgen de las Angustias, en el barrio de San Miguel, en la calle Fueros, en la plaza de la Merced o en la Torre de Mangana, uno de los símbolos de la ciudad.

Si todavía hay tiempo, antes de irse a dormir es posible volver a quedarse colgados con las visiones de la ciudad desde algunas de las rutas panorámicas que pueden realizarse en coche sobre las dos hoces que definen la poderosa impronta de la ciudad. El espectáculo está garantizado.






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