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24 horas en Oviedo: sidras, prerrománico y arte en las calles de una ciudad elegante

La Catedral y el prerrománico asturiano, pero también sus esculturas callejeras, sus rincones populares y sus sidrerías son algunos de los mayores alicientes de Oviedo. Pistas para vivir 24 horas en una ciudad conocida por su eleganci

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Elegante y señorial; tan célebre por sus sidrerías como por las extraordinarias esculturas que pueblan sus calles, algunas de ellas tan célebres como la del Viajero o la de Woody Allen, Oviedo es una ciudad de múltiples perfiles a la que conviene acercarse con un plan determinado cuando sólo se dispone de una jornada para visitarla. Hay mucho que ver, que disfrutar y que sentir, y conviene marcarse objetivos concretos para aprovechar la oportunidad al máximo. Al máximo pero sin prisas, porque en Oviedo, como el viajero tiene ocasión enseguida de comprobar, cada cosa requiere su tiempo.

Las primeras horas de la mañana, con la bellísima plaza de Alfonso II el Casto todavía dormida, son perfectas para saludar a la estatua de La Regenta y, de su mano, entrar en la Catedral ovetense, cuya Cámara Santa constituye, desde hace siglos, uno de los grandes recintos sagrados de la cristiandad. La visita al barrio viejo ovetense, donde se encuadra su templo mayor, deberá incluir después la plaza de Porlier, la Universidad y el paso por El Fontán, mercado de abastos, lugar de encuentro y uno de los espacios con más carácter de Oviedo, con los característicos soportales y corredores de sus viviendas de sabor popular.

Un café en El Fontán, o en la cercana calle Cimadevilla, permiten disfrutar de unos minutos de recapitulación antes de entrar en el segundo gran reclamo de la mañana: el espléndido Museo de Bellas Artes de Asturias; El Greco y Goya son algunos de los grandes artistas espléndidamente representados en esta pinacoteca, la más valiosa del Principado y una de las más relevantes de España. Un baño de arte que sin duda predispone a seguir alimentando sensaciones, pero esta vez ya sentados en una mesa y disfrutando de una de las grandes gastronomías del norte de España.

La Regenta

Para el turno de tarde hay que reservar energías y emociones en la escapada a Santa María del Naranco y a San Miguel de Lillo, las dos piezas maestras del prerrománico asturiano. Desde este espacio, detenido en el tiempo, donde se encuentran estos dos bellísimos testimonios arquitectónicos catalogados como Patrimonio de la Humanidad, resulta difícil prepararse para regresar al tráfago ciudadano, aunque sin duda un último recorrido por el Oviedo moderno y contemporáneo nos permitirá completar el ciclo artístico de esta ciudad de contrastes. La plaza de la Escandalera, con su escultura de Botero, la calle Uría o el teatro Campoamor, donde cada año tiene lugar la célebre ceremonia de los premios Príncipe de Asturias, ofrecen la ocasión de admirar nuevas y espléndidas esculturas, junto al testimonio de algunos ejemplos magníficos de la arquitectura señorial de finales del siglo XIX y principios del XX.

La caída de la tarde es la ocasión para repasar todo lo vivido durante este intenso día por la calle de las sidrerías, la peatonal calle Gascona, uno de los focos permanentes de bullicio y de diversión de la ciudad, o de buscar también la ocasión de pasear por una ciudad espléndidamente iluminada que, de noche, ofrece su perfil más seductor. Todo mágicamente distribuido en una ciudad que, por momentos, parece el escenario de un sueño.











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