Este artículo se publicó hace 16 años.
Abreu aboga por la "música en acción" para el desarrollo y la integración
El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela es "la música en acción", un instrumento de desarrollo humano, dice su fundador, José Antonio Abreu, ante la próxima entrega a la red del Príncipe de Asturias de las Artes 2008.
En una entrevista con Efe, el maestro venezolano subraya "el honor inmenso" que supone para los niños y los jóvenes integrantes del Sistema "este precioso galardón", que recibirán las orquestas el próximo 24 de octubre en la ciudad española de Oviedo.
Indica asimismo que para él y para los maestros de la red el premio constituye "una profunda responsabilidad", la de "mantener el esfuerzo, perseverar" para que su trabajo sea más creador, "de mayor alcance social y más profundo en sus logros".
Abreu, que fundó el sistema de orquestas en 1975, comenta que le embarga también el sentimiento de "ver un horizonte continental altamente retador porque es un premio de carácter iberoamericano frente al bellísimo proyecto de integración".
"Con este premio, Venezuela debe hacer un máximo esfuerzo para apoyar y respaldar la gran iniciativa a punto de aprobarse en la cumbre de San Salvador: la orquesta juvenil e infantil iberoamericana", manifiesta.
El maestro venezolano añade que el próximo año se estrenará esta orquesta continental, tras recibir el mandato a finales de octubre en la Cumbre Iberoamericana a celebrarse en El Salvador.
"No se trata solamente de una orquesta, es el comienzo de un proceso mucho más amplio, de educación musical iberoamericana en su conjunto, de movimiento coral y otras actividades, instrumentos, composición, dirección orquestal y formación de maestros en todo el continente para muchos más niños y muchos más jóvenes", comenta.
A la pregunta de si la música propicia una mejor integración que el discurso, Abreu responde: "La música trabaja intensamente a través de la intuición, intuición individual y colectiva, que permite a la música crecer dentro de la persona y de la sociedad, se contagia rápidamente, carece de barreras verbales o idiomáticas".
La música "está en si misma potenciada de energía espiritual y eso la convierte en un instrumento", agrega.
Sobre la definición del Sistema que él creó en Venezuela y que se ha calificado de "fenómeno social", Abreu considera que se trata de "música en acción" y "sobre todo un sentido profundamente social, comunitario y humano, un instrumento de desarrollo humano".
Para el maestro venezolano, a través de la orquesta y el coro se ayuda "al niño a iniciarse en la vida social", la vida colectiva, con sentido de equipo y fraternidad.
"Derrotar la pobreza material a través de la riqueza espiritual", sería el lema del fundador de esa red constituida actualmente por unas 170 orquestas en todo el país, en las que están integrados unos 265.000 jóvenes y niños, de los sectores más desfavorecidos.
Para esos niños, "la pobreza queda atrás, la música abre su espíritu, su alma", dice el compositor e economista venezolano.
Abreu, que estará en Oviedo para la entrega del premio, junto con jóvenes músicos de las orquestas y también maestros, indica que la labor realizada en Venezuela ha coincidido con un trabajo similar en otros países, entre ellos España.
"En esa coincidencia nos hemos integrado", comenta.
"Va a despertarse en los próximos años una enorme corriente de intercambio y cooperación entre la juventud musical española y la venezolana", considera Abreu, quien destaca el acuerdo suscrito este año con la Fundación Albéniz, de España, para permitir a jóvenes venezolanos el acceso a clases virtuales con maestros de la música.
El maestro califica de "trascendental" el programa de la Fundación y dice que, junto con la Escuela Superior de Música Reina Sofía, tiene un papel "verdaderamente histórico".
Nacido en 1939 en Valera, localidad del estado de Trujillo, en el occidente venezolano, José Antonio Abreu recuerda con emoción a su abuelo materno, director de una banda musical, que emigró de Italia a finales del siglo XIX.
Cuenta cómo este abuelo y compañeros suyos de la isla de Elba llegaron a Venezuela con 46 instrumentos musicales, se instalaron en la región andina, a cultivar el café, y crearon una banda filarmónica en la localidad de Montecarmelo,
Abreu no conoció a su abuelo, pero sí encontró en su casa arreglos de música sinfónica y operística para la banda que dirigía. "El modelo de mi abuelo me marcó el alma", dice.
Y añade: "He querido honrarlo espiritualmente siguiendo su ejemplo como educador musical".
Esther Borrell
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