Este artículo se publicó hace 13 años.
Aceite temprano, mejor y más barato
Los olivares en seto revolucionan un cultivo milenario que no volverá a ser el mismo
Apenas han pasado cinco horas desde que se cosecharon las aceitunas y la bodega de la almazara de Navalvillar de Pela (Badajoz) ya guarda un aceite virgen extra de intenso color verde, con aromas limpios de plátano y hierba verde, con el típico sabor dulce, afrutado y nada amargo del buen arbequino (por la variedad de la aceituna, arbequina) que deja un ligero picor de garganta que agrada. Este año, a mediados de noviembre, en las 750 hectáreas de olivar que Elaia (la filial agrícola de la aceitera Sovena) explota junto a Don Benito (Badajoz) la cosecha ya está casi concluida. "Como el verano ha sido caluroso y luego no ha llovido nada, la maduración ha ido más rápida de lo normal y empezamos pronto, el 10 de octubre", explica su director general, Ramón Rivera.
Muy pronto, incluso para ellos, que para conseguir la máxima calidad en una extensión tan grande están obligados a ser de los primeros en cosechar. "Empezamos pronto para evitar riesgos", dice Rivera, con los ojos puestos en el frente nuboso que se acerca por el oeste: "En este momento, donde mejor está la aceituna es ya en la botella". Con sus apenas 40 días de cosecha, los miles de olivos que han plantado en los últimos cuatro años en las parcelas alquiladas por 25 años en Extremadura son la envidia de los olivareros de la zona. Forman parte de la vanguardia de la agricultura mundial. De hecho, no se parecen en nada a los olivares tradicionales. Si en los de secano de Jaén hay 100 árboles por hectárea y en los intensivos de regadío 300, en los superintensivos, que así se conocen en el sector, hay 1.670 árboles, plantados a metro y medio el uno del otro y en filas separadas cuatro metros entre sí, para formar con ellos tupidos setos de olivo de 300 metros de largo cada uno.
En esta agricultura del futuro, el tractor ya no ara surcos sino que levanta unos lomos de medio metro de altura llamados caballones. Perfectamente orientados norte-sur con la guía de un GPS, sobre ellos se plantan los olivos para asegurarse de que el futuro seto recibe exactamente las mismas horas de luz por cada lado. Sondas colocadas a 20, 40 y 60 centímetros de profundidad permiten saber si las raíces reciben o no el agua del riego cargada de nutrientes, y reponer, por ejemplo, la cantidad de ellos consumidos en cada cosecha, no más. Y todo ello controlado a distancia por internet y teléfono móvil desde su sede portuguesa de Ferreira, en el Alentejo. La eficiencia en costes es la clave de este tipo de cultivo.
Sobre todo en la recolección, ya que permite su total mecanización utilizando las mismas vendimiadoras que acaban de cerrar la campaña en la vecina Tierra de Barros. La máquina cada una cuesta unos 200.000 euros va abrazando el seto y batiéndolo para lograr el milagro, recoger la aceituna sin dañar el árbol. A un ritmo de entre cinco y siete hectáreas por día, trabajan sin parar las 24 horas, siete días a la semana, hasta terminar la faena. Para lograrlo, Sovena ha tenido que invertir unos 6.000 euros por hectárea, que incluyen desde la compra de las plantas hasta el sistema de riego. A lo que hay que añadir unos costes de explotación que rondan los 1.500 euros por hectárea y año.
Triple de producciónEso sí, mientras que un olivar de regadío tarda entre siete y ocho años en estar a plena producción, el olivar en seto, por su elevado número de árboles, lo consigue al cuarto año. "Con tres años puedes ya superar los 6.000 kilos de aceituna por hectárea, mientras que en un intensivo anda por los 2.000, el triple", explica Rivera, que tiene claro que "la rapidez es la otra gran ventaja".
Rápido en crecer, temprano en madurar y eficiente y muy barato en cosechar. Si en un olivar intensivo el coste varía por kilo entre las nueve y las 20 pesetas (aún se usan en el campo) según el grado de mecanización, en uno superintensivo, sin apenas mano de obra, el coste está entre las cinco y siete pesetas. Hace cuatro años, con el precio del aceite por encima de los cuatro euros, nadie hablaba del olivar superintensivo. Hoy, que apenas sí llega a los dos euros, desde las organizaciones agrarias se les acusa de competencia desleal y excesivo consumo de agua. Rivera rechaza con cifras el segundo argumento: "Nosotros gastamos menos de 2.000 m3 por hectárea, que es menos de una tercera parte de los 6.000 m3 de un cultivo de regadío tradicional como el maíz". Y, señalando a los arrozales que lo rodean, añade: "O los 10.000 del arroz".
Al primer argumento responde su jefe, el principal responsable de la división de aceite de oliva de Sovena, Luis Folque, que rechaza que su actividad tenga peso para influir en el precio: "En total, en España puede haber plantadas unas 30.000 hectáreas de superintensivo, que pueden dar unas 2.000 toneladas de aceite por hectárea. 60.000 toneladas, cuando España ronda ya el millón y medio". Y concluye: "Es como los que se opusieron en su día al tractor. La gente es susceptible a lo nuevo, pero quizá para nuestros hijos el olivar en seto sea lo normal, no se puede volver atrás".
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