Este artículo se publicó hace 14 años.
Aguas fecales y basuras se acumulan en los campamentos de Haití
Un niño se agacha para defecar a pocos metros de una acera donde unas mujeres aplastan bananos para convertirlos en trozos pequeños que luego fríen, mientras un bebé desnudo juega con un montoncito de arroz sobre el suelo sucio.
Hay un cadáver tirado ahí en la calle, justo en frente de una marea de personas cariacontecidas sentadas en mugrientas colchonetas, mientras un empleado de la limpieza utiliza una pala para recoger apestosos montones negros de basura putrefacta y perros vagabundos revuelven entre los desechos.
Las condiciones sanitarias en los campamentos improvisados que como éste han surgido en el que fue elegante parque Campos de Marte de Puerto Príncipe, alrededor del derrumbado palacio presidencial de Haití, empeoran cada día mientras cientos de miles de supervivientes del terremoto de la semana pasada comen, duermen, se lavan y defecan en el mismo lugar.
"Esto es deprimente. Es sucio y aburrido. Lo único que se puede hacer es caminar", dijo Judeline Pierre-Rose, una niña de 12 años, quien echa de menos su cómodo hogar con su sillón y televisor.
"Las personas van al baño en cualquier sitio y me da miedo ponerme mala. Mis hermanas gemelas vomitaron anoche", agregó.
Los equipos de rescate y el suministro de alimentos fluyeron hacia Haití tras el terremoto de magnitud 7,0 que devastó la capital el 12 de enero. Ahora entierran a los muertos y atienden a los heridos, pero también tienen que gestionar a cerca de un millón de personas que se han quedado sin hogar y que tienen que arreglárselas por sí mismos.
Cientos de miles de ellos utilizan colchones para delimitar áreas habitables en carreteras bloqueadas y zonas verdes situadas en zonas muertas entre los escombros que dejó el terremoto en Puerto Príncipe. También han levantado carpas rudimentarias con sábanas atadas a los árboles.
La ONG Acción Contra el Hambre ha instalado puntos de distribución de agua en el campamento, y las personas lo rodean con cubos, pero aún no se han levantado letrinas de emergencia.
Una extensa zona alrededor de un pequeño grupo de baños portátiles estropeados y desbordados está lleno de excrementos humanos y pañuelos sucios. Una gran fuente en donde muchos se desnudan para bañarse se ha vuelto de un opaco color verde y está cubierta de suciedad y basura.
"Es una catástrofe. Es peligroso porque la salud es algo muy preciado y uno no puede tener a todas estas personas viviendo cerca de basura y cadáveres. Podría causar una epidemia", comentó Gelin Wesnel, un scout haitiano de 34 años quien presta primeros auxilios en una carpa cercana.
Mientras, las familias tratan de mejorar su situación tras nueve días al aire libre, preparando la comida sobre el suelo sucio, cocinando en fuegos de carbón y andando en chancletas entre charcos de agua ennegrecida, nadie parece hacer nada por mejorar la higiene.
"Depende del Gobierno resolver este tipo de problema, deben tomar la responsabilidad y decirnos qué hacer", afirmó Wesnel. "A lo mejor están preparando un plan".
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