Este artículo se publicó hace 16 años.
«Ahora hago la mitad de trayectos que antes»
El mundo al revés. Antes era el usuario el que solía perseguir un taxi libre en la gran ciudad; ahora son los taxistas los que se desesperan por hacer clientes
El mundo al revés. Antes era el usuario el que solía perseguir un taxi libre en la gran ciudad; ahora son los taxistas los que se desesperan por hacer clientes. "Los más jóvenes, que tienen que afrontar aún los gastos de licencia, son capaces de acelerar, adelantarte y meterse rápido a la derecha para coger al cliente antes que tú", explica Antonio López que, con 61 años, asegura haber perdido casi la mitad de trayectos. En jornadas maratonianas de 15 horas -"sólo paro media hora para el desayuno, y hora y media para comer"-, López realiza unos quince viajes, cuando antes se acercaba a los 30.
"Hace unos años a lo mejor no paraba en seis horas seguidas. Ahora, circulando por la calle, no coges a nadie; es preferible irse a la parada y esperar", señala. Sin embargo, las esperas no son siempre fructíferas: "Hoy estuve parado durante 55 minutos, el primero de la cola, y tuve que irme a casa de vacío".
El bajón de clientes hace que a duras penas se consiga cubrir costes. "Diariamente, me gasto unos 20 euros en gasoil. A eso súmele usted los autónomos, el IVA y el IRPF cada tres meses, más el resumen anual del año, claro. Y eso sin contar que aún estoy pagando el coche", se desespera.
Hace cinco años, cuando pocos podían presagiar esta situación, López decidió renovar su vehículo. Tras nueve años con un SEAT Toledo Mágnum TDI, creyó que había llegado el momento de ganar en comodidad para sus clientes. "Por eso, y por mayor seguridad en la conducción, me metí en un nuevo Toledo, pero ahora me encuentro que sólo he pagado dos años y todavía me quedan tres". Los gastos propios de un vehículo, en su caso, se multiplican considerablemente.
Aquejado de un pinzamiento en la espalda -"El otro día me rompí cargando la maleta de un cliente"- este taxista cruza los dedos para no tener que quedarse en casa: "Por suerte, yendo sentado en el coche, no me duele demasiado". "Estoy deseando llegar a los 65 años para jubilarme", se consuela. "Así que tal como están las cosas, cubriendo gastos, ya me doy por satisfecho".
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