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Alemania: ‘Okupas’ ante un problema con una solución difícil

GUILLEM SANS MORA

La primera okupación de una casa vacía en Alemania la llevaron a cabo estudiantes, familias sin techo y trabajadores extranjeros en otoño de 1970, en Fráncfort. A finales de esa década y en la siguiente, el movimiento vivió su auge en el país. La ciudad dividida de Berlín fue un campo de experimentación ideal para los okupas.

La caída del Muro provocó un vacío legal: la policía del Este ya no existía, y la del Oeste aún no tenía autorización para actuar. Hoy son muy pocas las casas que siguen okupadas. La mayoría han sido legalizadas con algún tipo de contrato de tolerancia de los okupas bajo ciertas condiciones, alquileres baratos o contratos de utilización del espacio.

En Berlín Occidental, a partir de 1964 las autoridades iniciaron una política urbanística consistente en demoler a gran escala áreas urbanas de casas antiguas en mal estado, para construir nuevos edificios. Pero este plan se llevó a cabo de forma asincrónica, de modo que la demanda de pisos llegó a ser mayor que la oferta.

En 1981 había unas 160 casas okupadas en Berlín. El entonces alcalde, Hans-Jochen Vogel, aprobó un decreto conocido como Línea berlinesa, que establecía que las casas debían desalojarse 24 horas después de conocerse su okupación ilegal. Eso sólo afectaba a las viviendas ya okupadas, si el propietario presentaba una denuncia y se comprometía a iniciar en breve obras de remodelación.

Hoy, Alemania no tiene una ley que regule qué se puede hacer con los pisos vacíos en todo el país, sino que cada uno de los 16 länder (regiones) tiene su propia regulación. Los pisos vacíos son un problema, sobre todo, en los seis estados federados de la antigua Alemania Oriental, donde ha habido un retroceso de población del 10% desde la reunificación alemana en 1990.

El Gobierno Federal inició en 2002 un programa que subvenciona a las inmobiliarias para demoler mini viviendas en la periferia de las ciudades. En el Este, continúa habiendo un millón de pisos vacíos, según denuncia la Asociación Federal de Inmobiliarias Alemanas (GdW). A muchos propietarios, la dificultad de encontrar inquilinos les sale cara, ya que muchas veces deben asumir una serie de costes de mantenimiento.

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