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Alemania teme cierres de fábricas y despidos

Las cuatro plantas germanas emplean a 25.500 personas

GUILLEM SANS MORA

La decisión de General Motors (GM) de no vender Opel a la compañía de componentes austriaco-canadiense Magna y a su socio ruso Sberbank extendió ayer por Alemania el temor a despidos masivos y cierres de algunas de las cuatro plantas alemanas, que actualmente emplean a 25.500 personas. Los sindicatos celebran hoy concentraciones de protesta en Rüsselsheim, Kaiserslautern, Bochum y Eisenach.

'El próximo paso de General Motors será chantajear a gobiernos y empleados en Europa para poder financiar su plan, que no es viable', declaró el jefe del comité de empresa, Klaus Franz. 'Es un día negro para Opel', añadió. Los alemanes no están dispuestos a renunciar a pagas extra de vacaciones o Navidades, advirtió. Franz ve ahora 'en peligro inminente' las plantas de Bochum, Kaiserslautern y Amberes (Bélgica).

El portavoz del Gobierno, Ulrich Wilhelm, dijo ayer que la decisión de General Motors 'es un cambio de opinión difícil de entender'. En un tono similar se expresó también el nuevo ministro alemán de Economía, el liberal Rainer Brüderle, quien calificó de 'absolutamente inaceptable' la decisión de GM.

Con el plan de Magna, Alemania estaba dispuesta a conceder a Opel avales por un valor total de 4.500 millones de euros. Ayer, el Gobierno alemán reclamó de aquí a fin de mes la devolución del crédito puente de 1.500 millones de euros, como parte de las ayudas que Alemania ya había comprometido para garantizar la supervivencia de las plantas alemanas.

Pero ahora, algunos länder como Turingia, donde está la fábrica de Eisenach, ya empiezan a cambiar de opinión y sugieren la posibilidad de ofrecer ayudas si General Motors mantiene todas las plantas de producción. Una portavoz del ministerio de Brüderle tampoco lo descartó. Sin embargo, la situación ha cambiado. 'General Motors puede hacer una solicitud de ayudas como cualquier otra empresa, pero la respuesta está abierta', dijo.

La decisión de General Motors supone un mazazo para la canciller, Angela Merkel, y para los primeros ministros de los länder, que durante los últimos meses simularon una capacidad de actuación gubernamental que se desvaneció ayer de un plumazo en Detroit.

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