Cargando...

El alimento ecológico se viste 'de etiqueta'

Publicidad

Igual que el traje engalana a las personas y las hace parecer diferentes, el sello ecológico distingue un producto entre varios. "Si el consumidor no recibe una idea clara del producto ecológico, este difícilmente alcanzará todo su potencial en el mercado elegido", advierte el Manual de marketing y alimentos ecológicos editado en 2009 por el Ministerio de Agricultura y Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA).

Publicidad

La intención institucional, la cual impulsa -bajo una marca verde- el comercio y el crecimiento de los dividendos, acaba por desvirtuar lo ecológico. Esa etiqueta eco- garantiza que un alimento supera los controles sujetos a la normativa europea y, por tanto, no ha tenido contacto con químicos de síntesis. Sin embargo, el artículo así clasificado suele acarrear un impacto ambiental que la ley no contempla y que pervierte los principios de la agricultura ecológica.

Click to enlarge
A fallback.

"Con el paso del tiempo las motivaciones que han llevado a los agricultores a convertir sus explotaciones de agricultura convencional a ecológica han cambiado", explica Luis Bayón, director técnico del Comité de Certificación Ecológica de la Comunidad de Madrid (CAEM). Al principio, había preocupación por la desfertilización de las tierras y la conservación del medioambiente y, sobre todo, "se importó de Centroeuropa esa necesidad de consumir alimentos que no contuvieran sustancias indeseables, principalmente pesticidas". Aquellos consumidores se asociaron con productores con la misma forma de pensar. "Con el tiempo -continúa Bayón- ha ido evolucionando y la motivación principal, a partir del 2000, es económica; buscarle un valor añadido a un producto que tiene unas dificultades para ponerse en el mercado". A día de hoy, estos agricultores y ganaderos pretenden "diferenciarse y hacer constar esa diferenciación en una etiqueta".

Esos parámetros productivistas que tutela el MAGRAMA imponen beneficios inmediatos. Desde esa posición se celebra el fértil crecimiento del subsector y se mide el volumen de mercado. El valor total de producción en 2012 ascendió a 1.065 millones de euros, un 6 % más que el año anterior. En relación a ello, el exministro Arias Cañete, el pasado marzo, tras comparar la tendencia frente a otros sectores, posó para la foto con gesto de orgullo y aseguró: "La producción ecológica española es una pujante realidad productiva, económica y empresarial que todavía tiene un elevado potencial de crecimiento".

Publicidad

Desde 2007 la superficie dedicada en España al cultivo ecológico se ha duplicado, hoy alcanza 1.800.000 hectáreas, la más extensa de la Unión Europea. Más de la mitad de esa tierra se encuentra en Andalucía, la cual va destinada principalmente al olivar, al cereal y la leguminosa. Esta comunidad autónoma cuenta con el número más elevado de explotaciones ganaderas en el Estado y la actividad industrial más notable. "La mayor parte de esa producción se exporta", cuenta Antonio Martín, jefe de servicio de sistemas de producción ecológica de la Consejería andaluza. "En torno a un 70 u 80 % [viaja por carretera] a los países centroeuropeos", señala, y puntualiza que Alemania es uno de los principales importadores. "Holanda, Suiza, Inglaterra y Francia también piden bastantes productos hortofrutícolas de producción temprana".

La buena salud de la balanza comercial de la agricultura ecológica de mercado hace preguntarse a algunos por su otra cara: ¿Qué sucede con la crisis medioambiental? Al cuestionar la deriva de las grandes industrias y la exportación en masa se inclinan a trabajar para recuperar principios esenciales del pensamiento ecológico. Romualdo Benítez y su socia acaban de abrir el Ecosuper en Granada. Con su actividad reducen al máximo la huella ecológica, es decir, "la cantidad de kilómetros que un producto recorre hasta que lo consumimos". De acuerdo a ello, se rigen por "el kilómetro cero de producto ecológico y artesanal de pequeña empresa, cooperativa o familia". A su vez, promueven "a productores que intentan subsistir creando una micro economía en la comarca".

Publicidad

Tal y como defiende su emprendedor, el Ecosuper también es la relación humana, esa que se olvida con la distribución y las grandes superficies de las megalópolis. "Granada tiene esa condición de ser una ciudad muy cercana al campo". Gracias a ello, "nuestro agricultor aparece en la tienda con la verdura fresca y las manos llenas de barro". La estimulación de esos canales cortos impide que muera la relación interpersonal y "que esto quede en un sellito ecológico y punto". A fin de evitar vender una "delicatessen" y que "la clase popular pueda acceder a ello, hay que buscar bajar los precios como sea"; ¿y cuál es la solución?: "Cortar mediadores y vender a granel".

A pesar de los exámenes, "el reglamento no entra en condiciones medioambientales, ni de agua ni de aire". Significa esto que podría darse el caso de una huerta o explotación ecológica en zonas de contaminación. "Normalmente no te encuentras eso, pero podría ocurrir".

Publicidad