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Almagro Gorbea profundiza en el estudio de los palacios en su ingreso en la Real Academia

EFE

El estudio de los palacios construidos en tierras hispanas a lo largo de la Edad Media, época en la que se escribió una de las páginas más fulgurantes de la arquitectura europea, ha sido el tema tratado por el arquitecto Antonio Almagro Gorbea en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El nuevo académico recordó al iniciar su intervención a Fernando Chueca Goitia, "mi maestro, y en algunos temas, mentor", cuya vacante por fallecimiento ocupa Almagro Gorbea.

En su discurso titulado "Palacios Medievales Hispanos" consideró que el Medievo español es probablemente uno de los períodos en que el desarrollo de ciertos ciclos artísticos alcanza una patente originalidad que lo distingue con claridad de otras áreas culturales.

La especial circunstancia de la existencia cambiante de dos culturas tan dispares en muchos aspectos como la de los musulmanes y los cristianos generó en nuestro Medievo notables elementos diferenciadores, tanto con el resto del mundo europeo como del islámico.

"A lo largo de la Edad Media, pero de un modo muy particular en sus dos últimas centurias, en tierras hispanas se escribió una de las páginas más fulgurantes de la arquitectura europea", afirmó, y consideró que monumentos como la Alhambra o el Alcázar de Sevilla fueron el fruto de un desarrollo de ideas, formas y recursos constructivos que se generaron a lo largo de un dilatado periodo con influencias externas pero con indudables dosis de originalidad.

Durante su intervención realizó un profundo estudio de diferentes construcciones como Madinat al-Zahra, en la que cristalizan en suelo peninsular modelos de arquitectura residencial a partir de los cuales, con una evolución muy apegada a la tradición, se produjeron obras de indudable calidad espacial y visual, usando materiales muchas veces de escasa calidad, pero con enorme aprovechamiento de los recursos que la geografía y la naturaleza brindaban.

"Los reinos cristianos del norte peninsular no quedaron ajenos a este desarrollo y muy pronto la influencia cultural de al-Andalus se dejó notar de un modo especial en aquellas actividades y creaciones en las que el sentido del lujo, el placer y los refinamientos propios de quienes tenían capacidad para procurárselos cobraban un valor adicional como expresión de potestad y estatus social".

En su extenso discurso consideró que "las clases dominantes de la sociedad castellana fueron también capaces de producir innovaciones que a la larga influyeron a su vez en el desarrollo final de la arquitectura puramente andalusí".

La Corona de Aragón jugó en este aspecto un papel preponderante y acapara por ello la gran mayoría de las creaciones del ciclo analizado por el nuevo académico, quien afirmó que Aragón, quizá por haberse visto privado antes del contacto directo con las tierras andalusíes o por su mayor vinculación con las áreas ultrapirenaicas y del Mediterráneo, siguió un desarrollo distinto, más ligado a la arquitectura que se construía en el resto de Europa.

En cualquier caso, "en todos los territorios peninsulares, aunque de forma muy especial en Castilla, se escribió una de las páginas más hermosas y originales de la arquitectura, que nos ha relegado monumentos únicos de cuya tutela, ya desde sus mismos orígenes, esta Academia tomó siempre conciencia".

Rafael Manzano Martos fue el encargado de contestar al discurso de Almagro Gorbea, del que destacó su importante trayectoria en una intervención en la que tuvo palabras de recuerdo para el arqueólogo Martín Almagro, padre del nuevo académico, que debió de ocupar sillas académicas, "pero seguras envidias o prejuicios de escuela se lo negaron".

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