Este artículo se publicó hace 13 años.
Amancio Ortega cede la presidencia de Inditex a Isla
El fundador del grupo, de 74 años, mantendrá un sillón en el consejo
Con su ya legendaria discreción, Amancio Ortega anunció ayer que el próximo verano abandonará la presidencia de Inditex, el primer grupo textil del mundo. En una carta destinada a la plantilla de la empresa y remitida ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el hombre más rico de España, segunda fortuna de Europa y novena del mundo, según el tradicional ranking de la revista Forbes, señala que "ahora es el momento, con gran ilusión y responsabilidad", de ceder el testigo a Pablo Isla, vicepresidente y consejero delegado del grupo desde 2005.
Ortega dejará así la presidencia ejecutiva de la compañía, cargo que ocupa desde 1985, cuando se creó el actual grupo Inditex, cuyo germen data de 1963, año en el que el multimillonario y su entonces esposa, Rosalía Mera,abrieron un modesto taller de fabricación de batas de señora en A Coruña.
La bolsa recibió bien la noticia y las acciones subieron un 1%
A sus 74 años, Ortega, arquetipo de hombre hecho a sí mismo (hijo de un ferroviario, no pasó por la universidad) y empresario con facetas atípicas (es alérgico a la corbata y huye de los actos sociales), mantendrá su puesto en el consejo de administración de la empresa y seguirá acudiendo con regularidad a la sede del grupo en Arteixo (A Coruña), donde nunca ha tenido despacho propio (trabaja en el área de diseño y comercial, junto con el resto de diseñadores).
La suya no es, por tanto, una retirada al estilo de la de Bill Gates, el fundador de Microsoft, que en 2008, con sólo 53 años, abandonó todos sus cargos en el gigante informático para dedicarse a laboresfilantrópicas.
ContinuidadOrtega aboga por "la combinación de juventud y experiencia"
El efecto práctico de la decisión anunciada ayer por Ortega, que se aprobará en la junta de accionistas de Inditex del próximo mes de julio, es por tanto testimonial, porque el día a día de la empresa está desde hace un lustro en manos de Isla, un experimentado ejecutivo de 47 años (ver información adjunta). De ahí que ayer el mercado (al que no le gustan las sorpresas) recibiera la noticia con una subida del 1% para los títulos de Inditex, en una jornada en la que el Ibex (principal índice bursátil español, donde cotiza el grupo) cayó un 1,29%.
La salida de Ortega puede interpretarse, según algunos, en clave sucesoria. De sus tres descendientes, sólo su hija menor, Marta, podría asumir algún día las riendas de la empresa, pero su escasa experiencia no lo hace aconsejable: tiene sólo 26 años y ni siquiera está en el consejo de administración de la compañía, a la que se incorporó en 2007, con el propósito de formarse desde la base del grupo. Isla actuaría así como puente entre el fundador del grupo y su heredera. La compañía, como es habitual, no hace comentarios.
Según Ortega, la "nueva etapa, que en realidad se ha iniciado en los últimos años, mostrará el camino de futuro, será la combinación de la juventud y la experiencia, que, con responsabilidad y profesionalidad,llevan a hacer bien las cosas".
Marta, la hija menor, podría asumir el poder en el futuro
"Estoy seguro de que, con la misma lealtad y compromiso con que hemos actuado hasta ahora, responderemos a la responsabilidad que asumirá el nuevo presidente, a quien yo propongo desde la tranquilidad que disfruto en estos momentos y con la seguridad de que es lo mejor para el futuro de la compañía", concluye el primer accionista de la multinacional textil en su carta.
El abandono de la presidencia por parte de Ortega no implicará el cobro de ningún tipo de pensión con cargo al presupuesto de Inditex. Ni falta que le hace: sólo su participación en la empresa (controla el 59,2%) tiene un valor bursátil de más de 20.800 millones de euros.
Además, en los últimos años (en especial, tras la exitosa salida a bolsa del grupo, en 2001), Ortega ha diversificado su gigantesco patrimonio en otros negocios, como el del ladrillo: su sociedad Pontegadea tiene activos inmobiliarios valorados en 3.643 millones de euros, en concepto de construcciones, edificios emblemáticos y de oficinas, como informó este periódico el pasado día 3.
El multimillonario leonés (aunque gallego de adopción) deja la presidencia de la compañía en el mejor momento para el grupo, que ha capeado con soltura los embates de la crisis. Y lo hace, como señala la carta con la que ayer se despidió, poniéndose a "disposición" de sus casi 100.000 empleados.
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