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Amanecer en el Cerro de los Ánsares

Más de 70.000 ánades invernan en Doñana por las buenas condiciones climáticas.

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El intenso frío reinante en el norte de Europa y las abundantes precipitaciones registradas en lo que va de invierno en Andalucía han propiciado que más de 70.000 ánades invernen este año en el Espacio Natural de Doñana.

Juan Carlos Rubio, director de este espacio protegido, que suma las más de cien mil hectáreas de los parques nacional y natural del mismo nombre, ha señalado que Doñana ha reafirmado en los dos últimos años lluviosos su 'papel fundamental' para la conservación de las poblaciones de ánsares comunes de Europa 'que han ido creciendo por las medidas de conservación que se han adoptado'.

La confirmación de que Doñana era lugar preferente de invernada de decenas de miles de ánsares del norte del continente, constatada hace ahora medio siglo por ornitólogos, propició entonces colectas ciudadanas en países nórdicos con cuyas recaudaciones se compraron las primeras zonas de marismas para preservarlas como espacio protegido.

La progresiva desaparición de humedades, unos ecosistemas muy frágiles pero cruciales para mantener la biodiversidad, ha propiciado que en los últimos años aumenten las concentraciones de aves acuáticas en unos pocos ecosistemas. Europa ha perdido en las últimas décadas un 70 por ciento de sus humedales y en la Península Ibérica se han reducido a la mitad.

Doñana, por su ubicación al sur de Europa, en contacto casi con el continente africano y entre dos mares, es uno de estos puntos fundamentales. Y demuestra cada invierno que la conservación de estas especies migratorias no es una cuestión regional o nacional sino de ámbito global. Gestionar bien Doñana es una garantía para la conservación de especies de gran importancia en otros países.



Las intensas precipitaciones del pasado año hidrológico -que empieza en octubre- y la buena evolución del actual -ya se han recogido en Doñana una media de 300 litros por metro cuadrado- han propiciado dos buenas invernadas de aves y una exitosa campaña reproductiva en la pasada primavera, y han ayudado a recargar los acuíferos de este espacio protegido, vitales para su buen funcionamiento.

De hecho, más de 26.000 hectáreas de marismas inundables de Doñana están ya cubiertas de agua, cuando la superficie máxima de inundación es de unas 28.500 hectáreas.

La presencia masiva de ánades en Doñana en los dos últimos inviernos ha revitalizado una de las estampas más bellas de este espacio protegido: la concentración, cada amanecer, de miles de estas aves en una zona de dunas de este espacio protegido conocida desde décadas, precisamente por ello, como el Cerro de los Ánsares.

Estas aves, que se alimentan mayoritariamente de las raíces de una planta acuática de las marismas denominada castañuela, se concentran cada amanecer en estas dunas para ingerir arena con la que trituran las partes duras de esta alimentación vegetal y purgan su estómago, ya que carecen de jugos gástricos.

La concentración de miles de ánsares en las dunas de Doñana nada más salir el sol, allende el Guadalquivir, no sólo es perceptible por el vuelo de los compactos bandos de estas aves sino, especialmente, por sus ensordecedores graznidos, fácilmente audibles a varios kilómetros de distancia y que conforman una de las estampas más singulares de cada invierno en este valioso ecosistema.









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