Este artículo se publicó hace 14 años.
"El ambiente es de alta tensión"
Sergio, ex empleado de Marsans, cuenta cuál es la situación
Encontrar ayer a empleados de Marsans dispuestos a hablar de la situación por la que está pasando el grupo era misión complicada. "Nadie quiere hablar", dice Sergio. Él es un ex empleado que trabajó en Marsans durante varios años y que ha vivido de cerca el declive del grupo hasta su despido, hace apenas cuatro meses. "La gente tiene miedo, la cosa está muy mal y creen que si hablan serán los próximos a los que echen", cuenta. No sólo eso, la propia empresa sugirió a sus empleados que no hablaran. "Nos han pedido que no hagamos declaraciones", afirmaba un empleado de una céntrica oficina de Marsans en Madrid.
Sergio, que mantiene amigos entre sus antiguos compañeros, asegura que el clima es de máxima tensión: "Desde hace ya tiempo el ambiente es muy malo y la gente está quemada". Después del verano comenzaron los despidos, que se suceden con frecuencia. "Todos los viernes salían por la puerta unos cuantos", recuerda. Dada la situación, la búsqueda de otro empleo se ha convertido en una práctica general entre los trabajadores. "Todo el mundo que conozco ha intentado irse, y los que han encontrado otro trabajo han salido corriendo", asegura. No obstante, la información que les llega a los empleados es fundamentalmente la de la prensa: "Los comunicados internos son bastante escasos".
Sergio sabe por sus compañeros que Marsans ya ha recibido llamadas y visitas de clientes que, alarmados por las noticias, preguntan por los viajes que han reservado o contratado con antelación.
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