Este artículo se publicó hace 15 años.
Aminatou Haidar consigue doblegar a Marruecos
Familiares y amigos de la activista esperan su regreso a El Aaiún entre la alegría y el temor a sorpresas de ultima hora
La incredulidad ha dado paso a la alegría en El Aaiún. "No puede ser, no me lo creo", decía el activista y ex preso político Hamad Hamad, en su casa de la capital saharaui, mientras llegaba la noticia de que, esta vez sí, la mujer que se ha convertido en un símbolo para los saharauis está a punto de volver a casa triunfante, tras haber doblegado la férrea voluntad de Marruecos.
Hizo falta que el hermano de Aminatou, Ahmed, confirmara la noticia tras hablar con su madre, para que los compañeros de lucha de la activista saharaui creyeran en la buena noticia.
"No tengo palabras para expresar mi alegría", dijo Ahmed a Público. "Es una felicidad increíble para nosotros y sobre todo para mi madre y los hijos de mi hermana", relataba emocionado. Ahmed sólo atribuye a alguien el mérito de haber conseguido imponer el respeto al derecho de cualquier ser humano a volver a su país. Ni Estados Unidos, ni España se merecen ese reconocimiento en su opinión: "sólo la lucha de mi hermana ha conseguido esta victoria", decía orgulloso.
La confusión reina esta noche entre los allegados de Aminatou. Durante todo el día las cábalas, los rumores y la incertidumbre -así como el mutismo oficial marroquí- habían aumentado su ya enorme inquietud desde que la activista fuera ingresada en el hospital.
Una preocupación que no empezó a ceder hasta que la familia se enteró por la prensa del regreso de Aminatou, sin que las autoridades marroquíes les comunicaran la noticia.
"Sólo la lucha de mi hermana ha conseguido esta victoria"
A pesar de que esta falta de confirmación oficial les inquietaba, lo que prevalece esta noche en la casa que la madre de Aminetou Haidar tiene en la calle Bir Jdid, en un modesto barrio del centro de El Aaiún, es la felicidad por un anhelo por fin satisfecho. "Nunca, ni en los peores momentos, hemos perdido la esperanza de que mi hermana volviera lo antes posible", recordaba Ahmed Haidar.
"La vamos a recibir como lo que es, una hija, y lo que pueda pasar después, nadie lo sabe", explicaba el hermano de Aminetou, que también tuvo un recuerdo para "todas las personas que ha ayudado a mi hermana en sus lucha; no tengo palabras para darles las gracias".
El hogar de Aminatou se ha convertido en el centro del bullicio de El Aaiún. Pero la celebración ha visto empañada por el miedo. La propia madre de Haidar ha pedido a la concurrencia que guarde silencio y que no salga a la calle. La familia de la activista teme que cualquier manifestación en su favor, o simplemente demasiado ruido en la calle, frustre su tan deseada vuelta.
El miedo ha sido también el motivo invocado por la familia de Aminatou para decidir no ir a al aeropuerto a recibirla. Conscientes del poder de convocatoria de la "Ghandi saharaui", sus familiares querían evitar a toda costa cualquier disturbio . Por esa misma razón, los hijos de la activista la esperarán en casa, vestidos con sus mejores galas.
Poco después de conocerse la noticia, el representante del ministerio de Comunicación marroquí en El Aaiún, comunicaba a los periodistas que tenían absolutamente prohibido acceder al aeropuerto para informar de la llegada de Haidari.
La noticia del regreso de Haidar se ha extendido también rápidamente entre los activistas de derechos humanos que, como ella, desafían las alegalidad en la que trabajan -Marruecos no reconoce ni da permiso a sus asociaciones- así como la constante persecución judicial.
Negociaciones, entre Washington y ParísSe ha sabido que una delegación marroquí al más alto nivel, encabezada por el ex ministro delegado de Interior e íntimo amigo del rey, Fuad Ali Himma, y por Yassine Mansuri, el jefe de los servicios secretos exteriores, estaba negociando en Washington, al mismo tiempo que el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Taieb Fassi Fihri, se encontraba en París, la capital del país que más estrechamente apoya las tesis marroquíes sobre la antigua colonia española.
El reconocimiento por parte del ministro de Economía marroquí, Salaheddine Mezouar, de visita en Madrid, de que este asunto estaba perjudicando seriamente la imagen de Marruecos en el mundo, así como las declaraciones del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, afirmando que el caso iba mejor dieron alas a la esperanza del retorno de la activista.
La decisión del Parlamento Europeo de posponer una dura resolución de condena a Marruecos, retraso que el jefe del grupo socialista Martin Schultz, justificó afirmando que tenía noticias de que el caso se iba a solucionar hoy mismo, ha terminado por confirmar que la vuelta Haidar a su casa de El Aaiún es inminente.
DeterminaciónLa activista saharaui, divorciada y madre de dos hijos, se encontraba en huelga de hambre desde el 16 de noviembre, una protesta que comenzó dos días después de que Marruecos la expulsara de El Aaiún tras arrebatarle su pasaporte.
Rabat infravaloró entonces la determinación de esta mujer, que ha conocido la desaparición forzosa, la tortura y la cárcel, sin pensar que su huelga de hambre y su enorme popularidad iban a llevar el Sáhara a "los pasillos de poder de todo el mundo".
Nacida en 1966 en Akka, en la región marroquí de Tata, esta saharaui de la tribu izarguien - así está inscrita en el censo de votantes saharauis de la ONU- fue secuestrada por las fuerzas de seguridad marroquíes en 1987 tras participar en una manifestación independentista.
Después vinieron las torturas, a la que debe su quebrantada salud. En 1991, fue liberada, y desde entonces se ha dedicado a denunciar las violaciones de derechos humanos en el Sáhara Occidental que Marruecos se anexionó en 1976.
Pero la tortura no acabó ahí. En 2005, después de ser apaleada en plena calle, la policía la detuvo en el hospital donde intentaba que le curaran sus heridas. Fue encarcelada en la Cárcel Negra de El Aaiún, donde pasó los siete meses a los que fue condenada.
Un mes después de ingresar en este penal, empezó una huelga de hambre que duró 51 días. Aminatou pretendía que los presos políticos saharauis fueran considerados como tales.
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