Este artículo se publicó hace 17 años.
Amy Winehouse, el triunfo de la oscura princesa del soul
Conflictiva, atormentada y consumidora compulsiva de drogas y alcohol, Amy Winehouse ha combinado sus escandalosas apariciones en los tabloides británicos con el éxito arrollador de su álbum "Back to black", del que se acaba de publicar una edición especial.
El segundo disco de Winehouse, una colección de temas cortados por el patrón del soul tradicional e interpretados por la vigorosa voz de esta cantante de 24 años, se ha convertido en un clásico en menos de un año y ha vendido nada menos que tres millones de copias en todo el mundo.
Mientras "Back to black" (Universal) acumula premios al mejor álbum de 2007, Universal lo reedita en un formato de lujo, con un CD adicional que incluye ocho temas inéditos en los que Amy se atreve con clásicos como "Cupid", del gran Sam Cooke, a ritmo de ska, o una versión acústica de "To know him is to love him", de Phil Spector.
Para completar la oferta se edita el concierto que la cantante ofreció el pasado mes de marzo en el Shepherd's Bush Empire de Londres, en un DVD que lleva el expresivo título de "I told I was a trouble" ("Te dije que era un problema").
La frase procede del estribillo de uno de los éxitos de "Back to black", "You know I'm no good" ("Sabes que no soy buena"), en el que Amy volcó una dosis de sus tormentosas experiencias personales.
"Escribo canciones porque estoy hecha mierda de la cabeza y necesito sacar algo bueno de toda esa mierda". Así se despacha la joven británica cuando habla de sus composiciones.
Y fue siguiendo este método como creó su gran éxito, "Rehab" ("Rehabilitación"), en el que cuenta sus dudas sobre si debería ingresar en una clínica de desintoxicación, después de que una ruptura sentimental hace dos años la empujara por la pendiente del alcohol.
Amy se mantuvo sobria para grabar en Nueva York su segundo álbum con la inestimable ayuda del productor Mark Ronson, a quien hay que apuntar el mérito de haber logrado que el álbum suene como un clásico del soul y no como un disco antiguo.
Nacida en una familia judía, Winehouse se crió en los suburbios de Southgate (norte del Londres) escuchando jazz en su casa. Esa influencia de la música negra quedó fijada para siempre en su voz; tanto que sorprende descubrir que la piel de Amy es blanca.
Con su segundo disco ha redondeado la propuesta de su debut discográfico, "Frank", de 2003, que ya llamó la atención del público británico y de los críticos.
Pero la sorprendente madurez que Amy ha alcanzado como intérprete desaparece en su vida privada, en la que se comporta como una adolescente con tendencia a emborracharse a la menor ocasión.
Su afición a ponerse en ridículo en sus apariciones públicas hace las delicias de la prensa sensacionalista británica, que ha encontrado un filón en la cantante, a la que han convertido en una especie de versión femenina de Pete Doherty, con quien artísticamente no tiene nada que ver.
Son asuntos que esta oscura princesa del soul del siglo XXI no rehuye ni siquiera en las entrevistas con la prensa especializada, a la que ha regalado frases como "Soy muy autodestructiva cuando bebo", mientras se fotografiaba mostrando sus delgados brazos llenos de tatuajes y su larga melena.
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