La escritora barcelonesa Ana María Moix dibuja casi de manera "apocalíptica" el mundo actual en su última obra, "Manifiesto personal", en la que pide que "los políticos recuperen su poder de decisión frente al mundo financiero".

"Manifiesto personal" (Ediciones B) es, según ha explicado en una entrevista a Efe, "un intento de abordar los problemas que hoy se viven en las casas y desde el punto de vista ciudadano, pero sin hacer un ensayo sociológico".

Con ese enfoque, añade, el texto es "una mezcla de reportaje, periodismo, ensayo sociológico y político", en la que se inventa personajes que se encuentra en la panadería o en la esquina de su barrio.

A su juicio, la crisis económica que atenaza a la humanidad no es más que la consecuencia de "la crisis humana que vivimos desde hace treinta años".

La pérdida de los valores esenciales de la convivencia, de la solidaridad, de cómo educar a los niños, el trato que se da a los ancianos, son algunos de los síntomas de esa crisis humana, a la que se suma "el problema de la desafección política, que ya se venía anunciando desde hace 20 años, y que nos lleva a una democracia anémica", sostiene.

De todos los problemas que hoy nos afectan, Moix cree que el paro juvenil es uno de los más terribles: "jóvenes que vuelven a casa, porque no pueden subsistir, que no tendrán tiempo para cotizar en la Seguridad Social, que no cotizan a Hacienda, que no podrán formar parejas ni tener hijos, que constituyen, en definitiva, una generación perdida".

Afortunamadente hay un sector de esa juventud que se ha formado, pero la desgracia para el país es que, sin perspectivas aquí, debe marchar al extranjero. "Durante el franquismo exportábamos mano de obra barata y ahora mandamos fuera a gente muy cualificada, que están investigando en Gran Bretaña o EEUU, o que encuentran oportunidades en países emergentes como Brasil o India".

La crisis de valores también ha afectado al plano familiar "desde aquella época narcisista del 'tanto tienes, tanto vales', que propició el descuido de la educación de los niños", comenta Moix, para quien "en la actualidad se cría bien a los niños -son de los más obesos, pero no se les educar".

No considera que esa falta de educación se pueda achacar a la escuela, pues "son los padres los que han hecho dejadez en la educación moral" y además "se abandonó el concepto de autoridad, seguramente como reacción a aquella educación gratuitamente autoritaria de los años 50 y 60".

Ana María Moix hace en su libro una defensa del estado del bienestar -"el español no era el de Suecia o Alemania", advierte-, una invención de Occidente tras la II Guerra Mundial para evitar que hubiera una revolución como la soviética, pero "cuando cayó la URSS el capitalismo tuvo vía libre hasta el punto de que hoy mandan los financieros y no los políticos".

Frente a esta realidad, Moix pide a los políticos que recuperen su papel de gobernantes y "que decidan ellos si bajan o no las pensiones a los parados o los ancianos, no unos señores de Nueva York, Gran Bretaña o de donde sean que se dedican a hundir países".

Apela la autora a la responsabilidad de los partidos de izquierda, que deben recuperar valores como "la justicia social, la libertad y la solidaridad".

No oculta Moix sus simpatías por el movimiento del 15-M, que espera que no se detenga y le parece "increíble que los políticos, que no tienen programa, reprochen al movimiento de los 'indignados' que no lo tengan".

Defiende la escritora barcelonesa que "se debe ir a votar, porque necesitamos de los partidos, pues no se ha inventado un sistema democrático sin partidos, pero al mismo tiempo hay que estar en la calle".

Quiere pensar Moix que "la victoria de Rajoy en las próximas elecciones no está cantada, pero para ello la gente de izquierda debe ir a votar".

Después de "Manifiesto personal", a Moix, que ya ha comenzado una nueva novela, le gustaría escribir algo cómico, si bien reconoce que "se debe tener un talento enorme para provocar la risa en el lector".

Por Jose Oliva