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Porque los ancianos no son niños

Vitalia ha desarrollado un método propio de atención a enfermos y ancianos que ahora es caso de estudio en Harvard

PILAR BLÁZQUEZ

Cuando el común de los mortales piensa en los casos que estudian los aventajados alumnos de Harvard, se imagina una empresa centenaria con siglos de experiencia. Pero, en muchos casos, la realidad se encarga de volatilizar los mitos. Eso es lo que ocurre cuando se descubre la historia de la última empresa que la profesora Regina E. Herzliger acaba de incluir en el currículum de sus clases de gestión empresarial. Se trata del método Hoffman de Vitalia, una pequeña empresa de atención a personas mayores con pocos años de vida y que, además, es española. 'El método Hoffmann es el conjunto de actuaciones de cómo se tiene que tratar a las personas mayores que yo misma he ido definiendo a lo largo de mi carrera', explica Catalina Hoffmann, fundadora de Vitalia.

La historia no sería tan sorprendente si no fuera por la edad de su protagonista: 33 años. 'Todo el mundo piensa que esto del método Hof-fmann debe ser algo de mi abuelo o así. Pero no. Es sólo mío', explica.

Desde 2008 se han abierto 18 franquicias en toda España

Asegura que desde que empezó a trabajar con ancianos, después de licenciarse, le pareció una aberración que a personas mayores les pusieran a rellenar cartillas de Rubio o a colorear cuadernos de niños pequeños. 'Yo siempre intenté estimular a cada anciano o enfermo en función de sus necesidades personales, pero mis jefes me decían que estaba loca. Me sentía una marciana', recuerda Hoffmann. Así que, mientras iba añadiendo hojas y experiencias a su método, se lanzó a montar su propio centro de atención a ancianos y personas con problemas de alzhéimer o párkinson.

Alquiló un pequeño local en el centro de Madrid, contrató a todo el personal y lo formó para el cuidado de los pacientes, que por entonces ni existían, y se lanzó en su Ibiza rotulado a recorrer los hospitales de la capital. 'No sé qué fue peor, si ser mujer o tener 26 años. Después de mucho dar la lata, conseguí que me derivaran los casos que consideraban más extremos y esa fue la clave del éxito', explica la fundadora de Vitalia. El buen resultado que consiguió con pacientes que otros habían dado por imposibles fue su mejor campaña de marketing. 'Las familias contaban los avances a los médicos y con el boca a boca comenzaron a llegar las primeras demandas de atención del resto de España'.

A partir de entonces, tuvo que enfrentarse al que ella denomina su 'segundo gran dilema. ¿Como crecer? Eligió la opción de franquicia, porque sólo así podía asegurarse controlar la aplicación de su metodología, que en 2008 fue declarada oficialmente obra científica y por lo tanto titulación oficial para sus trabajadores. A pesar de que montar un centro Vitalia supone una inversión de 300.000 euros, en estos dos años (crisis incluida) se han abierto 18 en toda España y Hoffmann asegura que ha recibido 750 solicitudes de franquicia.

'En la selección han pesado más las necesidades de la población a atender que los intereses económicos'. Por eso, el primero fue Granada y no Barcelona u otro en Madrid. Ese es el motivo también de que su primer centro internacional vaya a ser México y no EEUU, a pesar de que la demanda era más evidente en este último país.

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