Este artículo se publicó hace 16 años.
Andrés Pajares: "Como hombre del espectáculo creo que soy un todo terreno"
Fue hace exactamente medio siglo cuando Andrés Pajares debutaba, con 17 años, en el escenario de la madrileña sala de fiestas York Club, "antes, a los 9 años, ya había ganado 25 pesetas en un programa infantil radiofónico que realizaban Pototo y Boliche", recuerda el actor.
Ahora celebra estos 50 años de nuevo sobre las tablas, esta vez con un espectáculo propio, "A mi manera... de hacer", con el que estará otras 50 fechas en el madrileño Teatro Arlequín desde el próximo 6 de febrero.
En este tiempo Pajares ha creado personajes que están en el recuerdo de todos, desde los televisivos Tío Willy, Padre Luis, "El "Currante" o Madame Gigí hasta el popular Makinavaja, pasando por el aplaudido y premiado Paulino de la película "Ay, Carmela!", y es que como él mismo explica en una entrevista con Efe: "Como hombre del espectáculo creo que soy un todo terreno".
Lo que es cierto, según confiesa, es que le gusta tanto crear personajes como matarlos rápidamente, porque no le va eso de que le encasillen.
También que a la hora de hacer balance y recordar lo vivido, Andrés Pajares, siempre muy echado para adelante, deja ver su parte más sensible y se emociona fácilmente. "Soy un profesional del lloro, incluso internacionalmente", ironiza, tapándose los ojos con las manos.
Desde pequeño su gran pasión era el espectáculo, eso le llevó a actuar por las calles ganándose la vida, hasta que debutó en el York Club de chico del coro. Luego vendrían -"ahí ya era rico", bromea- sus trabajos en las compañías de Antonio Machín, Luis Escobar o Tony Leblanc, hasta que a principios de los 60 forma la suya propia.
"Tenía ahorradas 750.000 pesetas y en vez de comprarme un piso, como hubiera hecho cualquiera, decidí formar una compañía", de ahí surgieron títulos como "Qué majas son" o uno de sus primeros éxitos, "Del coro al caño", que estrenó en el Teatro Calderón, "ese que ahora tiene un nombre raro de helados".
Fue ese el momento en que le dio por el canto y grabó varios discos, temas como "Drácula yeye", "Todo el tiempo del mundo", "Mantenga limpia la playa" o una versión cómica de "Gigi el amoroso", muy radiada en la época.
En la tele le fue muy bien, se atrevió -"era un desafío para la época"- a vestirse de mujer y emular a la popular locutora Elena Francis, dando consejos de belleza como Madame Gigí; y luego creó el personaje de "El currante", un obrero de la construcción que se atrevía, en la época franquista, a "decir muchas cosas que otros no se atrevían", y que luego fue llevado al cine por Mariano Ozores, "el rey de la comedia, todavía vivo y sin su Óscar honorífico".
Él recuerda, también emocionado, cómo Mariano Moreno, "Cantinflas", le dijo en una ocasión que los personajes de ambos tenían muchas similitudes y que llegaban tanto a la gente porque nacían de la calle.
A finales de los 70 el productor José Luis Bermúdez de Castro descubrió un filón uniendo a Pajares y Fernando Esteso en el cine; de este tándem surgieron títulos cinematográficos taquilleros como "Los bingueros", "Los energéticos", "Yo hice a Roque III" o "El liguero mágico".
La guinda a esta sociedad fue la puesta en escena de "La extraña pareja", de Neil Simon en 1987. "Me encantaría volver a trabajar con Fernando; él es más joven, pero yo soy más guapo", dice riéndose.
Un giro en la carrera de Pajares supuso el encuentro con Berlanga en "Moros y cristianos" y con Carlos Saura en "Ay, Carmela", junto a Carmen Maura, papel que le supuso el Goya al mejor actor y "el reconocimiento internacional".
Volvió a encantar al gran público con sus dos películas dedicadas a "Makinavaja, el último chorizo", dirigido por Carlos Suárez, y por las series de televisión "Ay, Señor, Señor" y "Tío Willy".
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