Este artículo se publicó hace 13 años.
Andrés Rábago opina que "la pintura es el mejor lenguaje para atravesar el tiempo"
La pintura es "el mejor lenguaje para atravesar el tiempo", no puede competir con otras formas de expresión vanguardista ni es el mejor vehículo para llegar a las "grandes masas", pero recupera la "dimensión humana" y eso la convierte en "eterna".
Esta es, en síntesis, la propuesta introspectiva de un artista más conocido por su pseudónimo de ilustrador, "El Roto", dispuesto ahora a desvelar sus "secretos" en pinturas de pequeño formato y a reivindicar su nombre real: Andrés Rábago.
La galería Alba Cabrera de Valencia ha reunido una veintena de los cuadros más recientes de este "observador" de la realidad, que opina diariamente sobre una sociedad "profundamente enferma" y que ahora, inmerso en su faceta menos divulgada, reflexiona sobre los "fundamentos del ser" en una exposición bautizada como "El enjambre".
Tintas planas, colores "emocionales", volúmenes sencillos e imágenes oníricas deudoras de la estética metafísica de Magritte y De Chirico caracterizan esta vertiente de un artista preocupado por la pérdida "del terreno del espíritu" que padece la sociedad actual, según describe en una entrevista concedida a EFE.
A diferencia de "El Roto" o lo que en su día representó OPS -otro de sus pseudónimos-, Rábago se mueve "en el terreno del espíritu" e indaga "en la realidad" y "no sólo en la visible, sino que está un poco más allá, que también nos pertenece".
"La pintura es un terreno más secreto, más íntimo. El dibujo es más abierto al mundo y no se puede pretender llegar a las grandes masas a través de la pintura, es un camino equivocado. El espectáculo pictórico no puede competir con lo que nos ofrecen otros lenguajes más modernos, pero es un vehículo capaz de viajar en el tiempo de forma perfecta".
Se encuentra, asegura, a otro nivel de "percepción": "No creo que se haya inventado ningún lenguaje técnico más adecuado que la pintura para atravesar el tiempo. Cuando vemos una película o una foto antigua, percibimos que lo es, pero cuando vemos un cuadro antiguo, si es bueno, sigue siendo actual".
Rábago plantea en su obra pictórica temas "eternos" más que "intemporales", pero lo hace desde un planteamiento "modesto" y "sereno", sin aspiraciones "modernistas" y asumiendo el difícil momento del mercado nacional de arte, porque "a cada uno le toca el momento que le toca".
El pintor, al que apenas le gusta salir de su estudio, convive con el dibujante: "Nos llevamos bien los dos, sobre todo porque no se molestan, cada uno tiene su espacio".
El espíritu crítico permanece en ambos: "Nuestra sociedad está profundamente enferma y esta exposición quiere dejar claro que hemos perdido de vista el terreno del espíritu, lo que nos debilita enormemente. La recuperación de esa noble dimensión humana tiene que hacerse, y rápidamente".
Y es que, a su juicio, se ha perdido en un "mundo digital" y lo que es peor, "somos incapaces de reconocerla cuando se nos presenta"; por eso cree que sus planteamientos no sólo tienen cabida en la sociedad actual, sino que son "imprescindibles".
No obstante, cree que esta recuperación de la condición humana "es posible" e incluso intuye que "se está empezando a producir". Su tarea es instar al lector de sus viñetas y al observador de sus cuadros a "levantarse", porque él sólo es "un mero transcriptor de la realidad".
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