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El arte de perderse y encontrar la salida

El arquitecto Oscar Tusquets diseña Por laberintos', una exposición que repasa la historia de estos espacios míticos

 

LÍDIA PENELO

Todos tienen salida, aunque cuesta encontrarla. Y en ocasiones, al final espera un minotauro. ¿Qué tienen los laberintos que, tras siglos de historia, siguen despertando inquietudes? Partiendo del de Creta, pasando por los enredados jardines de las grandes villas y palacios, hasta llegar a los de espejos de cristal, como el que aparece en la película La dama de Shangai de Orson Welles, los laberintos han estado presentes en casi todas las tradiciones culturales desde los inicios de la historia de la humanidad. Todos ellos se dan cita en Por laberintos, la exposición que alberga el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) hasta el próximo enero de 2011.

Tal y como señala Umberto Eco, autor del prólogo del catálogo de la exposición, 'la historia milenaria de este elemento revela la fascinación que siempre ha despertado en el hombre porque, de algún modo, le habla de la condición humana: existen infinitas situaciones en las que es fácil entrar, pero de las que es difícil salir'.

La muestra traslada el miedo y el deseo que provocan los sitios prohibidos

Los artífices del montaje han ido más allá de una mera recopilación de grandes obras de arte centradas en los laberintos: han conseguido que la visita se convierta en una experiencia artística y pedagógica que consigue transmitir la mezcla de deseo y miedo que provoca la entrada a lugares prohibidos. Con guión de Ramón Espelt, diseñada por el arquitecto Oscar Tusquets y con el asesoramiento del científico Jorge Wagensberg, la muestra repasa el concepto del laberinto a lo largo de la historia y de su representación, distinguiendo, con un énfasis especial, entre los laberintos de recorrido único, unicursales, y los de recorrido múltiple, llamados multicursales.

Según apunta Josep Ramoneda, director del CCCB, la exposición admite cuatro registros de lectura o niveles de visita, ya que 'puede resultar interesante para los especialistas en el tema, para los curiosos, para las personas con sensibilidades estéticas y para los niños porque se pueden divertir paseando por los laberintos que recrea el montaje'.

Piezas arqueológicas, obras de artistas tan distintos como Saul Steinberg o Ben Nicholson, fotografías, maquetas y proyecciones cinematográficas sirven para reflexionar sobre la vigencia de este elemento. 'El laberinto es una respuesta del hombre al caos del universo', escribió Borges, un autor muy presente en esta muestra a través de algunos de sus libros.

El montaje arranca en el patio interior del CCCB con un laberinto de sombras que cambian según la posición del sol. Tras cruzar unas cintas que simulan los controles de seguridad de los aeropuertos, el recorrido sigue con el ámbito dedicado a los laberintos unicursales. Aquí se pueden ver las monedas griegas del siglo II antes de Cristo, que reproducen las cabezas de Apolo y de Minos o Zeus, reproducciones de mosaicos romanos, y las maquetas de los laberintos de las catedrales góticas francesas, entre otras piezas.

Los dibujos que Giovanni Fontana realizó en 1420 para representar los primeros laberintos con distintos recorridos de la historia marcan un cambio de ritmo en la muestra, que lejos de seguir un orden cronológico, está llena de juegos temporales. 'Para volver a casa se necesita la memoria, al igual que también es necesario el error como método científico de aprendizaje', explica Tusquests, para introducir el espacio dedicado a la memoria articulado por Wagensberg.

Un fino neón de luz verde es el hilo de Ariadna que marca el recorrido de muros altos cubiertos de hierba sintética. El espacio que esconde el material sobre los laberintos multicursales, en el que destacan los dibujos de Friedrich Dürrenmatt sobre el minotauro, las fotografías de Michael Ayrton o los audiovisuales laberínticos de Michele Emmer.

Satisfecho con este recorrido de múltiples laberintos, Tusquets ya tiene en mente una exposición de características similares pero con las ventanas como protagonistas. De este modo cerrará la trilogía que empezó hace diez años con una exposición sobre las escaleras.

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