Este artículo se publicó hace 14 años.
Asia a un lado, al otro Europa
Recorrer el Bósforo, desde Estambul al mar Negro, en los barcos que recalan en todos los puertos del camino, es la mejor manera de apreciar el emplazamiento de la gran metrópoli turca.
Estambul debe su vida, su esencia y su historia al Bósforo, ese estrecho que une el mar Negro con el de Mármara. Una frontera líquida entre Europa y Asia, un camino de agua entre el Mediterráneo y los puertos lejanos que conectan con las estepas infinitas. Una línea difusa que delimita mundos y une vidas.
Hay que embarcar en Estambul, en el muelle de Eminönü, para vivir la aventura de llegar al mar Negro. Una aventura geográfica, histórica, mítica, y emotiva. Nunca un desplazamiento tan corto ha supuesto un recorrido tan profundo.
Ninguno tiene, tampoco, un comienzo más espectacular. El barco arranca en el Cuerno de Oro, al pie de mezquitas y de la torre de Gálata, a la sombra de la punta del Serallo, sobre el que se aposenta el palacio de Topkapi. Éste fue la residencia de los emperadores otomanos, hasta que sintieron el afán de imitar a los europeos y construyeron nuevos palacios -más modernos, menos originales- a orillas del Bósforo. El palacio de Dolmabahçe, del lado europeo del estrecho, es el mejor ejemplo de este deslizamiento estético.
Un viaje por el Bósforo en los barcos de línea es un zigzagueo permanente. Aquí se para en un puerto asiático, después en uno europeo, más tarde se vuelve a la otra orilla. Ante tanta escala es difícil no sentir la tentación de saltar a tierra, pasear al azar entre barcas de pescadores y los puestos de los mercados locales, sintiendo el olor a mar. O, por el contrario, descender en busca de las huellas de personajes decisivos de la historia. En Besiktas está el mausoleo del corsario Barbarroja, el almirante del sultán Suleymán el Magnífico que fue el terror del Mediterráneo.
El Bósforo es una frontera líquida entre Europa y Asia, un camino de agua entre el Mediterráneo y los puertos lejanos que conectan con las estepas infinitas.Enseguida se pasa bajo el primer puente que cruza el Bósforo y algo en el aire indica que la ciudad empieza a quedar atrás. Empiezan a aparecer las yalis, las espléndidas mansiones de madera que se construían los pachás y los burgueses griegos y armenios que se enriquecían con el comercio. Algunas de ellas, por su magnificencia y, sobre todo, por su ubicación, están entre las viviendas más caras del mundo. También son el reflejo de un arte de vivir.
El barco continúa su camino hacia el norte y pasa a los pies de Rumeli Hisari, la fortaleza que mandó construir Mehmet II a mediados del siglo XV en su estrategia para conquistar Constantinopla. Es el punto más angosto del Bósforo, que es atravesado por el segundo puente que une ahora Europa y Asia. Más allá, en el lado europeo, entre Emirgan y Buyükdere, se encuentran algunos de los tramos con yalis más bellas. Enfrente, por Beykoz, están las colonias de los inmigrantes pobres llegados desde el corazón de Anatolia.
Hacia Sariyer se empieza a sentir la cercanía del mar Negro. El Bósforo se ensancha, los bosques cubren las laderas de las colinas y aparecen algunas playas minúsculas.
El barco se detiene en Anadolu Kavagi, en el lado asiático. Siempre hay arenques puestos a secar en el puerto, y puestos que ofrecen brochetas de mejillones rebozados. El Bósforo parece un río ancho y poderoso, y casi podría decirse que así es, ya que sirve de desaguadero del mar Negro. Es el momento de detenerse a tomar un plato de pescado, un yogur o un trago de raki viendo este camino de agua deslizarse delante de uno. Con él van superpetroleros y grandes portacontenedores. Pero la magia del Bósforo permanece.
CÓMO LLEGAR Y CÓMO MOVERSE
Iberia tiene vuelos diarios directos de Madrid a Estambul. Para llegar a Eminönü para embarcar la mejor vía de acceso es el tranvía. IDO ofrece diferentes posibilidades de viajes por el Bósforo.
DÓNDE DORMIR
El Barceló Eresin Topkapi es un hotel de 5 estrellas con buen precio y uno de los mejores baños turcos en hotel de Estambul. Está situado junto a las murallas, frente a la parada de tranvía de Pazartekke (el Gran Bazar está a seis paradas de distancia). Justo al lado del Gran Bazar está el Barceló Saray, menos lujoso. Al pertenecer a una cadena española muchos de los empleados de ambos hoteles hablan algo de español.
ISLAS DE LOS PRÍNCIPES
Además de navegar por el Bósforo, otra posibilidad interesante es tomar un barco hacia las islas de los Príncipes. Están hacia el sur, en el mar de Mármara y permiten un descanso del bullicio de la gran ciudad (apenas hay coches en las islas). IDO también garantiza el servicio de transbordadores.
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