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El aura de Obama moviliza a la base de los demócratas

Miles de simpatizantes llevan el mensaje de puerta en puerta.

 

ISABEL PIQUER

'Economía, economía, economía'. En letras cada vez más grandes y con puntos de exclamación. Todos lo leen bien claro en la pantalla. Son las siete de la noche en Tallys, un bar de la pequeña localidad de Sharon, en la frontera entre Pensilvania y Ohio y como cada semana los miembros de la campaña de Barack Obama del condado de Mercer, se reúnen para evaluar sus progresos, afinar sus estrategias y fijar sus próximas metas.

Y la próxima meta es machacar en el tema económico. 'Hablad sólo de eso. Es el punto flaco de McCain y la mayor fuerza de Obama y si os preguntan sobre otra cosa, contestad que sin una buena economía no se puede hacer nada. Pero sed positivos', insiste Mark Prokay, el responsable local que ha convocado la pequeña asamblea.

Todos son voluntarios. Hay una profesora, un empleado de banco, varios jubilados, gente que en los últimos meses, en las primarias demócratas y ahora en las elecciones presidenciales, gasta horas de su tiempo, yendo de puerta en puerta, convenciendo a los indecisos o llamando a sus vecinos para venderles los méritos de Obama.

Al margen de la presentación con Power Point, Prokay aborda el otro tema de la noche: 'No nos engañemos, aquí tenemos un problema racial; una cosa es lo que la gente dice en los sondeos y otra lo que hace; así que debemos concentrar nuestros esfuerzos en asegurarnos de que no se abstienen y de que todos los nuevos votantes que se han registrado en los últimos meses (330.000 en Pensilvania desde abril) acuden a las urnas'.

La veintena de personas reunidas en el bar de Sharon asiente con la cabeza. Ed Klaus, del sindicato de camioneros, se queja. 'A veces no es fácil, estamos tratando con rednecks (una forma despectiva de llamar al votante blanco escasamente ilustrado). Hay que superar esa barrera para hablar de los temas'.

En todo Estados Unidos se celebran reuniones como esta. Es la fuerza de la campaña de Obama: una estrategia que se basa en las infinitas posibilidades de Internet, en una organización capaz de aislar las zonas más difíciles, condado por condado, y fondos casi ilimitados. En esto se parece y supera a la movilización que despertó Karl Rove, el asesor republicano del todavía presidente George Bush, en las dos anteriores elecciones presidenciales.

El país está fragmentado en 'barrios' que incluyen varios distritos electorales (Ohio por ejemplo está dividido en 1.231 'barrios'). Obama ha abierto 700 'cuarteles generales' en los doce estados considerados más sensibles. En Pensilvania tiene 80, comparados con los 50 de su rival republicano, John McCain.

Hay varios niveles de voluntariado. Sólo hace falta registrarse en la página web de la campaña para recibir, además de la propaganda clásica, 25 números de teléfono, en el distrito postal del simpatizante, y un argumentario sobre el programa. Algo parecido a un telemarketing electoral. Los más emprendedores reciben 25 direcciones, todas en su barrio, para convencer a los indecisos personalmente.

Algunos incluso han viajado a otros estados a echar una mano o han ido a uno de los 'Camp Obama' que la campaña organizó este verano para motivar la participación ciudadana.

'En estas elecciones hablar con los vecinos es fundamental por el tema racial, seamos francos', comentaba al diario Washington Post, Steve Rosenthal, antiguo director político del poderoso sindicato ALF-CIO, 'que tu vecino blanco te diga que puedes votar por este candidato, cuenta mucho'.

Todos los que han acudido a Tallys ya han hecho todo esto. Ahora que la cita del 4 de noviembre está a la vuelta de la esquina están dispuestos a redoblar sus esfuerzos. No se pierden ni un segundo de la presentación, pese a la música del bar y a la camarera con microfalda escocesa, medias negras y coletas rojas de colegiala, que va trayendo cervezas.

El condado de Mercer, en la vieja zona industrial es demócrata conservador. A veces vota por un partido y a veces por otro. En 2004, Bush ganó aquí por 1.500 votos frente a John Kerry; en 2000, Al Gore se lo llevó por sólo 700 votos y en las recientes primarias demócratas Hillary Clinton arrasó por un margen de dos a uno (14.000 para Clinton; 6.300 para Obama).

Rhonda Paglia, se ha pasado la mañana en los centros comerciales de la zona distribuyendo una petición para hacer venir al candidato. Lleva también una chapa con la foto de Hillary, de la que era fiel seguidora.

'Nunca he estado tan entusiasmada con una campaña, me costó un poco pasarme a Obama pero ahora estoy a cien', cuenta esta voluntaria. 'He hablado tanto que me he quedado sin voz. Esto lo vamos a ganar'.

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