La autopsia de Vandenbroucke no detecta alcohol, pero se repetirá el análisis

La autopsia de Frank Vandenbroucke, el ciclista belga de 34 años hallado muerto el pasado lunes en Senegal, no ha detectado en su cuerpo ningún rastro de alcohol, si bien las muestras viajarán probablemente a Europa para ser examinadas de nuevo, según ha anunciado hoy la agencia Belga.

El forense Isidore Boye del hospital de Dakar, donde se efectuó ayer la autopsia, ha confirmado además que en el cuerpo no se ha hallado ningún rastro que pueda llevar a pensar en un acto de violencia como causa de su muerte.

Boye ha precisado, no obstante, que sí ha descubierto lesiones que pueden explicar su fallecimiento, aunque no ha aclarado de qué tipo.

Será la investigación judicial la encargada de determinar si las causas que han desencadenado esas lesiones son de orden natural o no, según informa Belga.

Al no existir medios técnicos para efectuar un análisis toxicológico en Senegal, las muestras viajarán probablemente a Europa, quizá a Francia o a Bélgica, ha explicado el forense.

Desde que el pasado lunes se hallase el cuerpo sin vida de Vandenbroucke, la prensa belga se ha hecho eco de diversos testimonios sobre las circunstancias del fallecimiento del deportista.

Mientras que el diario De Morgen aseguraba que en la habitación del hotel se habían hallado somníferos, ansiolíticos e insulina, la televisión pública RTBF anunciaba que Vandenbroucke había pasado sus últimas horas con una mujer senegalesa, que le habría visto desmayarse.

Vandenbroucke, considerado en sus inicios como una de las grandes promesas del ciclismo mundial, pronto se vio envuelto en varios episodios de dopaje y problemas con las drogas, seguidos de varios intentos de suicidio previos a su defunción.

Conocido como "el hijo terrible del ciclismo belga", el corredor había expresado recientemente en varios rotativos belgas su intención de volver al ciclismo profesional en la próxima temporada y estaba a punto de firmar con el equipo Fuji-Servetto.