Este artículo se publicó hace 16 años.
Las autoridades elevan a más de 15.000 los muertos por el ciclón tropical Nargis en Birmania
La televisión estatal birmana incrementó hoy a más de 15.000 la cifra de muertos por el ciclón tropical Nagris, que asoló el sábado el sur del país y ha dejado también decenas de miles de desplazados y ciudades enteras aisladas.
Al menos 10.000 personas han perdido la vida y cerca de 3.000 están desaparecidas sólo en la división de Ayeyawaddy, el área más devastada.
Las autoridades declararon el sábado el estado de excepción en las regiones de Irrawaddy, Pegu, Rangún y los estados Karen y Mon.
A última hora de anoche, el régimen militar dio la bienvenida a la ayuda extranjera, aunque 800 toneladas de arroz siguen paradas en los almacenes del Programa de Alimentos de Naciones Unidas, a la espera del visto bueno de las autoridades para que sean distribuidos.
Para hoy también está prevista la llegada del primer cargamento de alimentos, medicinas y demás material de emergencia procedente de la vecina Tailandia, uno de los mayores socios del régimen militar.
La Junta Militar, que mantiene tensas relaciones con Estados Unidos, la Unión Europea y otros gobiernos por las presiones que recibe para que acometa reformas democráticas, aceptó el auxilio humanitario que le ofrecía.
"Aceptamos la ayuda de otras naciones porque nuestra población está pasándolo mal", aseguró el ministro de Exteriores birmano, el general Nyna Win, quien ayer reunió al cuerpo diplomático acreditado en Rangún y representantes de la ONU para exponerles la gravedad de la situación.
La población en las zonas afectadas vive desde hace tres días sin suministro de agua y de electricidad y los precios de las artículos básicos se han disparado debido a la escasez y la especulación.
En Rangún, la mayor ciudad del país con unos cinco millones de habitantes, parece como si hubiera tenido lugar una batalla, según los testigos.
Miles de árboles arrancados de raíz por los fuertes vientos que alcanzaron una velocidad superior a los 190 kilómetros por hora entorpecen el paso por la calles, sobre las que abundan los cascotes de los miles de tejados arrancados por el ciclón.
En la antigua capital, el servicio de Internet está cortado desde el viernes, apenas funcionan los teléfonos y los residentes luchan por salvar sus propiedades en agua que les llega por las rodillas.
Las colas de automóviles que aguardaban turno para repostar en las estaciones de servicios son interminables, lo que contribuye a empeorar el monumental atasco, mientras el aeropuerto reabrió ayer sus puertas con un generador "que sólo estará en marcha cinco o seis horas", según avisaba un empleado.
Por su parte, la Cruz Roja ha comenzado a distribuir ayuda de emergencia a las decenas de miles de damnificados, algunos de los cuales se quejan de la pasividad de las Fuerzas Armadas, según la disidencia.
En medio de este panorama, el Gobierno mantiene su plan de celebrar un referéndum nacional el próximo sábado para aprobar el proyecto constitucional en el que ha trabajado desde 1993, sin contar con la oposición democrática.
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