Este artículo se publicó hace 17 años.
Avilés: una historia de lucha contra el chabolismo premiada por la ONU
El consenso de todos los partidos políticos permitió terminar con siete poblados tras 20 años de esfuerzos
Los ayuntamientos inician muchas experiencias contra el chabolismo pero casi ninguna se culmina porque suelen caer con las corporaciones que las impulsan. “Pero en Avilés conseguimos consensuarlo todos los grupos políticos en el año 2000, y a ver quién era luego el guapu que lo tiraba...” La concejala de Asuntos Sociales de Avilés (Asturias) Purificación García, de IU, tiene muy claro cuál ha sido una de las claves del éxito del plan municipal de erradicación del chabolismo: el consenso.
El programa actual ha obtenido tan buenos resultados que ha merecido dos premios de Naciones Unidas, un GOOD a las buenas prácticas (2002) y un BEST a la excelencia (2006), “que fundamentalmente premia la metodología del proyecto y el ser sostenible en el tiempo”.
Obviamente, el camino no fue fácil. La ciudad convivía con siete poblados chabolistas desde los años 50 cuando lo que era una tranquila comarca agrícola y pesquera se convirtió en un gran centro siderúrgico. Avilés pasó de 21.000 habitantes a más de 80.000, con un crecimiento muy desordenado.
Es un proceso similar al que vivió Madrid en espacios como El Pozo del Tío Raimundo. La dura emigración interior, similar a la que se vive fuera de nuestras fronteras hacia Alemania o Suiza, marcó el lado menos amable del desarrollismo franquista.
Luego, la crisis económica de los 70 y la reconversión industrial de los 80 golpeó los cuatro pilares de la economía asturiana (siderurgia, minería, astilleros y ganadería y pesca). Los pobladores chabolistas de Avilés vieron cómo se les cerraban casi todas las fuentes de recursos económicos. La situación, aliñada con el cóctel de la droga, la marginalidad y la delincuencia, se volvió explosivaAvilés pasó de 21.000 habitantes a más de 80.000 con un crecimiento desordenado. Finalmente, el municipio (PSOE) puso en marcha en 1989 un primer plan, con escasos resultados. “El no compartirlo con nadie complicó la situación. Estas políticas tienen un largo recorrido y requieren consenso, soporte económico y la implicación de las familias gitanas”, cuenta la concejala de Asuntos Sociales. Y en aquel momento no se entendió todo eso. La segunda fase llegó en 1996 con un nuevo Gobierno regional, del PP, que construyó en Valliniello un poblado sólo para gitanos en un entorno de difícil acceso, sin otras viviendas alrededor y sin red de alcantarillado. Había un colegio y un módulo social, pero seguía siendo un gueto.
La tercera etapa, la que terminó de erradicar el chabolismo, se inicia tras la victoria del PSOE el año 99. Para empezar, se logró el consenso de todos los partidos políticos: PP, URAS, PSOE e IU. Así, aunque cambiara el color de la corporación, el programa seguiría. Además, se incorporó al resto de las administraciones, a las ONG, a los sindicatos...
Se creó un grupo de trabajo con todos los implicados: decenas de personas opinando sobre cada asunto. Al final, “establecimos cuatro líneas de trabajo: vivienda, salud, educación y trabajo, con 28 programas diferentes; porque esto no es sólo un problema de tener dónde vivir”.
Sobre todo, se dio voz a los chabolistas, se les escuchó y se les pidió que participaran en todo el proceso. Y también a los vecinos con los que iban a convivir: “Cada vez que va una familia a un bloque, tienes que hacer reuniones previas, establecer compromisos firmados con plazos... Si hay dificultades, vienen y las abordamos”.
Así, en noviembre de 2004 se derribó la última chabola “con una gran fiesta”. Y el plan sigue vivo: “Hay que sostenerlo para que no se caiga...".
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