Este artículo se publicó hace 17 años.
Balagueró y Plaza critican con "Rec" el poder de la tele para crear realidad
Los directores españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza critican el poder de la televisión para "crear realidad" con su película "Rec", filme que han presentado hoy en la sección competitiva Fantástico del Festival de Cine de Sitges.
"Rec", que se exhibió en la pasada edición del Festival de Venecia, narra la historia de un equipo de reporteros locales que recibe el encargo de seguir a una brigada de bomberos durante una noche.
En la primera salida, los bomberos deben desplazarse hasta un edificio en el que unos misteriosos gritos, procedentes del piso de una mujer mayor, tienen revuelta a toda la comunidad de vecinos.
En la presentación del filme, el valenciano Paco Plaza ("El segundo nombre", "Romasanta") ha comentado: "cuando conversamos al principio sobre cómo aterrorizar más al espectador, vimos que hoy la gente percibe el mundo más a través de la televisión que no por su experiencia sensorial".
Jaume Balagueró ("Los sin nombre", "Darkness", "Frágiles") ha repuesto que "no es casual, sino paradigmático, que al final del filme sólo quede la cámara. Casi una idea apocalíptica, pero fascinante, de que al final de los tiempos sólo quedará una cámara de televisión".
Según Balagueró, "la realidad ya no existe, sino que es sólo lo que vemos por la televisión, y, de hecho, si hay un terremoto en Japón, hoy lo vemos como un espectáculo, no como una tragedia".
El productor del filme, Julio Fernández, aún va más lejos cuando asegura que "Balagueró y Plaza utilizan el terror para lanzar una crítica al tratamiento que hacen algunos medios de las noticias, para reflexionar sobre hasta dónde pueden llegar las televisiones, que eso sí es terrorífico".
Unas conversaciones de café entre ambos directores están en el origen de la película: "Vimos que para que el espectador viviera el miedo desde dentro, lo mejor era prescindir de las convenciones, el montaje y la música, y fue entonces cuando pensamos en la televisión", ha comentado Balagueró.
A juicio de Plaza, fue vital la "improvisación" a que fueron sometidos los actores, pues "ni los actores ni el cuerpo técnico tenían un guión completo del filme y eso ayudaba a que sus reacciones fueran más auténticas y a que la película fuera muy viva".
Los actores sabían cómo empezaban las secuencias y cómo acababan, pero "en medio sufrían una especie de ginkana" y la labor de los directores era simplemente "domesticar la película para que no se saliera de madre".
Balagueró apunta que dejaron a los actores a su libre albedrío, casi abandonados a su suerte, pues los dos directores mantuvieron una regla: "Nunca cortábamos la grabación de las escenas, e incluso cuando uno de ellos se cayó y se hizo una esguince en una pierna no interrumpimos el rodaje".
Sobre el trabajo de dirección conjunto, Balagueró ha indicado: "acordamos una premisa para hacer llevadero el trabajo de dirección conjunto: si algo no gustaba a uno de los dos, no se hacía; y esto ocurrió dos veces".
"Dos o tres veces", acota bromeando Plaza, quien considera que haber trabajado junto a Balagueró ha sido como "hacer un máster cobrando".
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