Este artículo se publicó hace 16 años.
La batalla sin fin entre Obama y Clinton llega mañana a Indiana y Carolina Norte
La lucha sin cuartel por la candidatura demócrata que protagonizan Hillary Clinton y Barack Obama llega mañana a Indiana y Carolina del Norte, sin que ninguno de los dos confíe en romper el punto muerto en que se halla la batalla.
A estas alturas del proceso, todos los observadores dan por supuesto que los dos aspirantes a la Casa Blanca agotarán las primarias que quedan pendientes hasta el 3 de junio, lo que dejará en manos de los superdelegados -elegidos automáticamente por su cargo o puesto en el partido- la decisión de elegir al candidato.
En estos momentos, el senador por Illinois lleva la ventaja en número de delegados, 1.743 frente a 1.606, pero no en "superdelegados", donde Clinton le aventaja con 269 frente a 252, según datos de RealClearPolitics.com.
Además, las encuestas revelan una posición cada vez más cercana entre los dos aspirantes. En Carolina del Norte, considerada hasta hace poco un enclave volcado en Obama, cada vez las distancias son más cortas y ahora Hillary le sigue a solo siete puntos.
En Indiana, donde los sondeos apuntaban a un completo empate, ahora cada vez es más claro el liderazgo de la ex primera dama, que le saca al senador afroamericano una diferencia en intención de voto de casi seis puntos.
Las espadas están en alto a nivel nacional, fundamentalmente en estos dos estados, donde los dos políticos están debatiendo sus programas y cruzando sus acusaciones con mayor furia e intensidad que en días anteriores, si cabe.
Con el precio del petróleo en máximos históricos y la economía tratando de esquivar la recesión, los dos senadores se atacaron hoy mutuamente de estar alejados de la realidad y de ser poco sensibles a las necesidades de la población.
En el corazón de la discusión se encuentra la propuesta de Hillary -que curiosamente comparte con el candidato republicano, John McCain- de suspender el impuesto de la gasolina durante el verano, la época de mayor consumo, y de compensar estos ingresos imponiendo nuevas tasas a las petroleras.
"Quiero que las compañías petroleras paguen este verano 8.000 millones de dólares, en lugar de quitar este dinero del bolsillo de los consumidores y los conductores", dijo hoy en una entrevista en la cadena CBS.
Obama, por su parte, considera que el plan de Hillary no tiene ninguno viso de prosperar, asegura que es contraproducente y que su único objeto es ganar las simpatías de la clase trabajadora.
Acto seguido, la ex primera dama le acusó de ser insensible, algo que el senador negó de inmediato.
"Entiendo lo mucho que está sufriendo la gente. Pero si queremos ser serios, démosles un alivio, pero no pretendamos que estamos haciendo algo sugiriendo que se quite el impuesto de las gasolinas, es muy improbable que el presidente Bush tome esta decisión", apuntó Obama en un comunicado.
Ambos se cruzaron también acusaciones a raíz de las declaraciones que hizo hace unos días la senadora por Nueva York, que dijo que, como presidente, "aniquilaría" Irán, si el país asiático fuera a atacar a Israel con armas nucleares.
Aunque Hillary trató posteriormente de matizar sus palabras, Obama la acusó hoy de usar el mismo lenguaje que George W. Bush y de ser capaz de provocar graves incidentes internacionales en caso de llegar a la Casa Blanca.
En medio de la intensa batalla por Indiana y Carolina del Norte, los dos aspirantes a la Presidencia son conscientes de que queda todavía mucho camino por recorrer y que las primarias de mañana serán todo menos definitivas.
Clinton ha prometido en varias ocasiones aguantar en la batalla hasta la convención de su partido en agosto, si fuera necesario, y quiere convencer a las "superdelegados" de que ella tiene muchas más posibilidades que Obama de vencer a John McCain.
En este sentido, una victoria en Indiana le daría muchos más argumentos para poner de su lado a los superdelegados.
Aunque las encuestas le favorecen, la campaña de Hillary no ha querido anticipar una victoria en este estado.
Obama, por su parte, no es partidario de prolongar la batalla más allá de las últimas primarias, el 3 de junio, fecha en la que quiere que los superdelegados que todavía no se han pronunciado digan qué candidato prefieren, con la esperanza de que sea él.
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