Este artículo se publicó hace 16 años.
Un bazar literario que no sólo se dedica a vender libros
La Feria del Libro de Madrid, que cierra sus puertas este domingo, ha consolidado su condición de mercado donde descubrir nuevas propuestas literarias al tiempo que foro de actividades lúdicas para atraer a potenciales lectores.
Un paseo por los Jardines del Buen Retiro, donde se ubica la feria, permite darse cuenta de que es, en primer lugar, un bazar en el que adentrarse y encontrar todo tipo de posibilidades literarias.
Así, junto al ensayo más reciente de la diva anti-globalización Naomi Klein se presenta un volumen para practicar en casa el método de ejercicios Pilates o los ya habituales libros de auto-ayuda.
Hay quien promueve el conocimiento de las sustancias psicotrópicas, al menos en un plano teórico, como una editorial radicada en el popular barrio madrileño de Lavapiés, cuyo responsable, José María de la Quintana, explicó a Efe que cuenta con una colección de libros sobre el cannabis o la ayahuasca, una planta que da lugar a un brebaje usado por chamanes.
Aunque este año la meteorología no haya acompañado, la asistencia no ha faltado, bien sea para comprar o simplemente para mirar los mostradores.
Por eso, a veces, las colas han sido más largas en el puesto de información o en el cajero automático dispuesto por un banco, sin olvidar que, los días de más calor, las terrazas de los bares han estado muy solicitadas.
Para colas, las organizadas en algunos puestos que han contado con autores célebres dispuestos a firmar a los lectores ejemplares de sus libros (en esta lid la palma se la ha llevado Carlos Ruiz Zafón).
Editoriales e instituciones públicas y privadas han programado actos para complementar la actividad mercantil de la Feria y cada día se ha podido asistir a debates y conferencias.
Actividades que en esta edición han estado marcadas por el protagonismo de Latinoamérica, invitada de honor que ha visto el interés impresionante que despierta entre los lectores la creación literaria que surge en la otra orilla del Atlántico.
Otra de las iniciativas con más éxito ha sido la celebración de talleres y de cuenta-cuentos.
El éxito está garantizado cuando se programa un taller para adultos consistente en qué tipo de lecturas deben recomendar a sus hijos y cómo plantearlas.
Los niños son una apuesta clara de la Feria, no sólo porque son los lectores del futuro, sino porque tenerlos entretenidos permite que sus padres puedan llevarlos y aprovechar para pasar la tarde.
Hay que fijarse en su cara de atención mientras un guiñol o un cuenta-cuentos narra una historia o cuando esperan recibir un globo o algún obsequio en alguna caseta.
También los adultos tienen su oportunidad de distraerse con algún juego, como la gincana organizada por una editorial basada en "El laberinto de la rosa", de Tintania Hardie.
Otros sellos han aprovechado para sacar productos que se alejen de lo habitual, como los libros que se pueden sumergir, apropiados para la época de playa y piscina, impresos sobre un papel sintético en offset con tinta adaptada y cosidos con hilo vegetal.
El negocio editorial se traslada también a los diarios y, así, el matutino "ABC" ha montado una caseta para vender al cliente la portada del rotativo que se publicó en el día en que nació.
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