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El BCE compra 2.000 millones en bonos soberanos

Bernanke no descarta ampliar las ayudas si la economía de EEUU lo requiere

P. B.

El rumor era cierto. Aunque el jueves pasado Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, evitaba hablar de su política de compra de bonos europeos ante la prensa, la realidad es que en los últimos días el volumen adquirido por la institución se ha disparado. Según publicó ayer la propia institución monetaria, la compra de bonos durante la semana pasada ascendió a 1.965 millones de euros.

Es la mayor compra semanal desde el mes de junio. La crisis de Irlanda ha obligado a la máxima autoridad monetaria europea a activar estas compras que estuvieron reducidas a cero a lo largo del mes de octubre, entre otras cosas por las presiones de Alemania. Desde el estallido del nuevo capítulo de dudas sobre la salud financiera de Irlanda y el resto de países de la periferia del euro, el BCE ya ha invertido 5.807 millones de euros, y desde que comenzó el programa, el total de compras asciende a 69.000 millones de euros.

El supuesto esfuerzo del BCE para ayudar a los países de la eurozona no es más que calderilla al lado de la munición de alto calibre que está aplicando la Reserva Federal estadounidense. El organismo presidido por Ben Bernanke anunció el 3 de noviembre un segundo paquete de ayudas de 600.000 millones de dólares (447.000 millones de euros).

Y el pasado domingo, el propio Bernanke reconoció que la cantidad puede ser insuficiente para estimular adecuadamente el crecimiento económico, por lo que “no descarta” ampliar la cuantía dedicada a compra de bonos. “Es ciertamente posible y dependerá de la eficacia del programa, de la inflación y de cómo evolucione la economía”, aseguró el presidente de la Fed en una entrevista concedida a una televisión en EEUU.

Ayer, el mercado de divisas celebró la noticia y el cambio euro dólar se decantó del lado de la moneda americana, en 1,33 dólares. La Fed demuestra así la eficacia de su política de comunicación de su estrategia monetaria. Sólo el anuncio de las medidas ya consigue parte del impulso económico que pretende y el resto llega tras la comunicación oficial. Todo lo contrario al BCE, que ni lo avisa previamente y, cuando lo comunica, lo hace casi por la puerta de detrás.

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