Este artículo se publicó hace 14 años.
Los belgas votan tras un debate sobre la división del país
Los belgas votaron el domingo en unas elecciones parlamentarias para elegir un Gobierno que podría avanzar hacia la desintegración del país y que tendrá que lidiar con el tercer mayor ratio de deuda de la Unión Europea.
Está previsto que la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), un partido separatista que aboga por la disolución gradual de Bélgica, sea el partido más votado en Flandes, donde se habla holandés, y posiblemente en el país.
"La pregunta en las urnas no es si ganará el N-VA sino por cuánto lo hará", dijo el diario escrito en holandés De Morgen.
La votación se alargará hasta las 3 de la tarde (13:00 GMT), y los primeros resultados se prevén una hora después. Una imagen clara del nuevo espectro político se obtendrá por la noche.
en efecto dos elecciones con partidos separados que buscan votos de los votantes francófonos y la mayoría de neerlandófonos - implica que necesitará al menos cuatro partidos para formar una coalición de gobierno.
De Wever ha dicho que está abierto a que un francófono posiblemente el líder socialista Elio Di Rupo -- sea el primer ministro por primera vez en 36 años si con ello pudiera aumentar la autonomía de Flandes.
Estos son los primeros comicios federales en los que un partido que aboga por el fin de Bélgica podría ser el ganador, aunque la N-VA era aliado de los democristianos en 2007.
El partido encabeza las encuestas de opinión que han provocado un debate a nivel nacional sobre una posible ruptura de la nación de 180 años, de forma que Flandes y Valonia vayan por caminos separados.
"Los belgas juegan con su futuro", dijo el diario francófono La Libre Belgique el sábado.
LARGAS CONVERSACIONES
Los analistas trazan comparaciones entre De Wever e Yves Leterme, el democristiano que ganó las elecciones de 2007, con la promesa de llevar más poder para Flandes.
Leterme tardó nueve meses en formar un gobierno compuesto por cinco partidos y ofreció su dimisión tres veces en otros tantos años. Finalmente dimitió tras una disputa entre francófonos y neerlandófonos sobre el misterioso, pero sensible, asunto de los límites electorales alrededor de Bruselas.
En medio de una crisis de la zona euro, y con los especuladores financieros dispuestos a atacar a los rezagados en temas presupuestarios, Bélgica, con 10,6 millones de habitantes, apenas puede permitirse unas conversaciones para formar gobierno que se alarguen en el tiempo.
El ratio de deuda respecto al PIB de Bélgica, dispuesto a superar el 100 por cien este año o el próximo, se sitúa sólo por detrás de Grecia e Italia.
La deuda ha sido un asunto secundario frente a la reforma del estado en las últimas semanas, aunque los oponentes de la N-VA han dicho que si triunfan los separatistas los mercados financieros podrían verse sacudidos por la noticia.
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