Este artículo se publicó hace 16 años.
Benedicto XVI reitera en la laica Francia las raíces cristianas de Europa
Benedicto XVI resaltó hoy en París que tanto las raíces de Francia como las de Europa "son cristianas" y abogó por una "laicidad positiva" para una "comprensión más abierta" de la Iglesia y del Estado, tras precisar que "la desconfianza del pasado se ha transformado en un diálogo sereno y positivo".
El Obispo de Roma hizo estas manifestaciones en el discurso que pronunció en el palacio del Elíseo, donde fue recibido por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, poco después de comenzar su primer viaje a Francia.
Tras insistir en las raíces cristianas del Viejo Continente, Benedicto XVI tocó el tema en la laica Francia de las relaciones de la Iglesia con el Estado, subrayando que la Iglesia en este país "goza de un régimen de libertad" y que "la desconfianza del pasado se ha transformado paulatinamente en un diálogo sereno y positivo que se consolida cada vez más".
"Usted señor presidente utilizó la expresión 'laicidad positiva' para designar esta comprensión más abierta, y en este momento histórico en el que las culturas se entrecruzan cada vez más, estoy convencido de que una nueva reflexión sobre el significado auténtico y la importancia de la 'laicidad' es cada vez más necesaria", afirmó el Pontífice dirigiéndose a Sarkozy en un pasaje de su discurso.
Según el Obispo de Roma, "es fundamental insistir en la distinción entre el ámbito político y el religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los ciudadanos como la responsabilidad del Estado hacia ellos" y por otra parte tener "una clara conciencia de las funciones insustituibles de la religión para la formación de las conciencias".
El Papa se mostró convencido de la contribución de la religión para la creación de un "consenso ético" en la sociedad.
Benedicto XVI dijo también que los jóvenes son su mayor preocupación y tras resaltar las dificultades que tienen algunos para encontrar una orientación que les convenga o el sufrimiento por una pérdida de referencia familiar, indicó que es necesario ofrecerles un buen marco educativo y que la Iglesia puede aportar en este campo una contribución específica.
Además de por los jóvenes, el Papa expresó su preocupación por la situación social de Occidente, "por desgracia marcada por un avance solapado de la distancia entre ricos y pobres".
A este respecto, señaló que hay que encontrar soluciones justas que vayan a proteger a los débiles y fomentar su dignidad.
En la misma línea que en anteriores viajes, se refirió también al medio ambiente al señalar que le "preocupa" la situación del planeta, del que dijo que "hay que aprender a respetarlo y a protegerlo aún más".
"Me parece que ha llegado el momento de hacer propuestas más constructivas para garantizar el bien de las generaciones futuras", precisó el Pontífice.
Benedicto XVI también se refirió a la Unión Europea e indicó que cuando el europeo llegue a experimentar personalmente que los derechos inalienables del ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, así como los que conciernen a la educación, vida familiar, trabajo y derechos religiosos son promovidos y respetados, entonces comprenderá "la grandeza de la construcción de la Unión" y llegará a ser un artífice activo.
En esa parte del discurso el Papa volvió a defender la vida y a condenar el aborto y la eutanasia.
Benedicto XVI igualmente expresó su preocupación por el resurgir de viejos recelos, tensiones y contraposiciones entre naciones, "de las que hoy somos testigos con preocupación".
No precisó más, aunque los observadores políticos vieron una referencia implícita al conflicto en el Cáucaso.
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