Este artículo se publicó hace 13 años.
Bienvenidos a la magia de Gabo
"No me quisiera morir sin ver a Gabito otra vez en Cartagena". A sus 70 años, el ingeniero Jaime García Márquez anhela pasear de nuevo con su hermano mayor por las calles de la ciudad donde el Premio Nobel vivió y escribió buena parte de sus mejores páginas.
Mientras aguarda ese momento, Jaime sigue ejerciendo de cicerone para algunos privilegiados que aparecen por Cartagena de Indias atraídos por el olor a almendras amargas y los amores contrariados de Florentino Ariza y Fermina Daza.
Los protagonistas de "El amor en los tiempos del cólera" contuvieron su pasión durante 53 años, 7 meses y 11 días por jardines, casas y plazas de esta ciudad a la que Gabriel García Márquez llegó en 1948 y en la que todavía conserva su casa orientada al mar Caribe, obra del arquitecto Rogelio Salmona.
A partir de esta semana, los turistas que arriben a Cartagena ya no necesitarán molestar a Jaime porque podrán recorrerla siguiendo una ruta literaria que se detiene en cada uno de los escenarios, reales o inventados, de novelas como "El amor en los tiempos del cólera", "Del amor y otros demonios" y "El general en su laberinto".
"La Cartagena de García Márquez. Historias reales e imaginarias" es una iniciativa del propio Jaime García Márquez, vicepresidente de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, así como de la Universidad Tecnológica de Bolívar y las autoridades turísticas.
"La materia prima de su obra es la vida", asegura el hermano del Nobel en una entrevista con Efe. "Para mí, el realismo mágico no es más que la realidad elevada a categoría literaria". Por eso Cartagena alberga no sólo lugares con evocaciones novelescas sino rincones que guardan una estrecha relación con la biografía de Gabo.
Jaime se siente como una especie de "ventrílocuo" que habla por boca de su hermano con los periodistas ante los problemas de salud que mantienen alejado de los focos al autor de "Cien años de soledad". Para él, ser hermano de Gabo "es una cosa prodigiosa".
El ingeniero, como millones de lectores, no descarta poder leer algo nuevo del Nobel. "La esperanza es lo último que se pierde. Ojalá podamos encontrar algo nuevo de Gabito", señala.
Se conforma mientras tanto con volver una y otra vez sobre la obra garciamarquiana, sin descanso, porque siempre que relee esos libros se activan los espacios dormidos de la memoria.
"Lo más curioso -afirma- es que cuando los releo, la sensación que tengo es que lo estoy leyendo por primera vez y que lo que yo leí en el pasado no tiene nada que ver".
Ese territorio en el que se confunden lo inverosímil y lo real cobra vida cada día en Cartagena, una ciudad que Jaime conoce bien pero que ha redescubierto gracias a su hermano.
"No sé si a mí Cartagena, sin haber leído a Gabito, me impactara lo mismo que me está impactando ahora. Estoy convencido de que él tiene mucha influencia de la mirada que tengo yo ahora de Cartagena", explica.
Jaime, que se lleva con Gabriel 13 años, no recuerda en qué momento supo de la vocación literaria de su hermano. Aquel día de 1947 en que, siendo él un niño, llegó a la casa de Sucre un ejemplar de El Espectador con "La tercera resignación", el primer cuento impreso de Gabo, fue tal el alborozo que pensó que Gabriel había triunfado como cantante.
"Estaba convencido de que él se había metido a cantante, y al verle en una foto... Él pasaba muchas horas (ensayando) con mi hermano Luis Enrique, un músico y guitarrista extraordinario, y tampoco dudo de que Gabito también hubiera sido un músico extraordinario si se hubiera dedicado a la música", recuerda.
Los García Márquez crecieron bajo la influencia de la madre, como hijos de la cultura guajira, donde todo gira alrededor de la mamá, en este caso Luisa Santiaga Márquez. "Los hombres en la familia somos feministas -bromea Jaime-, somos todos unos edipos encentrados pero que se nos sale por los poros".
"El amor en los tiempos del cólera", recuerda, "no es más que una metáfora de los amores contrariados de nuestros padres. Ahí esta totalmente la historia completa desde el principio hasta el momento en que la escribió. Obviamente con matices y cambios, que es el aporte literario que él le da a esas historias".
"Porque la historia seca no tiene el mismo sabor que la historia contada por Gabito, porque le agrega esa genialidad que tiene él para hacerlo", subraya orgulloso su hermano.
¿Y cómo está Gabriel? "Afortunadamente tenemos a Gabito por mucho tiempo más y ojalá fuera eterno. Pero si no lo es, porque definitivamente es imposible, se va a quedar en el corazón de muchas generaciones, y al final seguirá siendo eterno", sentencia.
Jaime ha llegado a la entrevista afectado por la noticia de la muerte en Barranquilla de su medio hermano Abelardo, hijo de una relación anterior al matrimonio de Gabriel Eligio García. Quizá por eso le late en el corazón un deseo: el del regreso del hermano mayor a la tierra mágica.
Ignacio Bazarra
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