Este artículo se publicó hace 16 años.
Una biografía reconstruye el camino de Elvis Presley hacia su destrucción
El camino de destrucción que siguió Elvis Presley en la última etapa de su vida fue narrado de forma minuciosa por Peter Guralnick en la biografía "Amores que matan", un relato sobre "la celebridad y sus consecuencias" publicado ahora en español.
El libro, editado por "Global rhythm" con el expresivo antetítulo de "Elvis, la destrucción del hombre", es la continuación de "Último tren a Memphis", que contaba la ascensión al trono del "rey del rock". Los dos volúmenes componen la más extensa biografía escrita sobre uno de los mayores mitos de la cultura popular del siglo XX.
En esta segunda entrega biográfica, Guralnick escribe sobre un hombre de entre 23 y 42 años, tras haber entrevistado a cientos de personas.
El relato comienza en octubre de 1958, cuando Elvis llega a Alemania para cumplir el servicio militar, y termina con la muerte del cantante, ocurrida en esperpénticas circunstancias en agosto de 1977.
Son más de ochocientas páginas que muestran "la historia del inexorable declive" de Elvis. "Se trata, creo, de una tragedia", afirma el biógrafo en la introducción del libro, en la que deja clara su renuncia a impartir "un juicio moral retrospectivo".
Elvis "construyó un caparazón donde alojar su soledad, y el caparazón se fue endureciendo a sus espaldas. No conozco historia más triste", asegura Guralnik, quien sostiene que la segunda parte de la vida del "rey del rock" "tiene que ver con el precio que uno paga por sus sueños".
"Amores que matan" reconstruye con minuciosidad el día a día de Elvis, quien en todo momento aparece rodeado de una camarilla de amigos y familiares, y cuya carrera es tutelada por su eterno representante, el coronel Parker, un tipo con nula sensibilidad artística, pero con un gran olfato para los negocios.
Fue Parker quien introdujo a Elvis en la dinámica de rodar una película tras otra -banda sonora incluida- que dominó la actividad artística del cantante en los años que siguieron a su regreso del servicio militar, en 1960.
Guralnik muestra además las peculiares relaciones sexuales que mantenía el joven Presley con las mujeres, con quienes evitaba ir más allá de los preliminares, pese a las súplicas de algunas de ellas, como Priscilla, que luego fue su esposa, a la que conoció en Alemania cuando era una adolescente.
El libro demuestra que Elvis daba lo mejor de sí mismo en los estudios de grabación. Aquellas sesiones nocturnas lograban sacarle de un tedio existencial que trató de combatir con una búsqueda espiritual a la que se lanzó con su peluquero -Larry- como guía.
Ambos protagonizan un delirante episodio en el desierto, donde Elvis creyó ver en el cielo el rostro de Stalin formado por unas nubes que cambiaron súbitamente de posición para componer -aseguraba el cantante- la cara de Dios.
Cuando los Beatles visitaron a su ídolo el 27 de agosto de 1964 encontraron a un aburrido millonario recluido en su fastuosa mansión.
En sus últimos años, Elvis trató de superar sus angustias, su sobrepeso y su adicción a los medicamentos para cumplir con sus seguidores, a los que no quería defraudar.
Sus conciertos aún tuvieron algún chispazo. Como cuando en Rapid City se quedó solo en el escenario para interpretar al piano "Unchain melody": "Elvis parece un criatura salida de una película de monstruos de Hollywood, y, aún así, lo acompañamos hasta el final de su lucha por alcanzar la perfección", escribe Guralnick.
Elvis falleció en el cuarto de baño de su mansión. Los análisis detectaron catorce medicamentos en el organismo del cantante, que "era más que probable que hubiera muerto mientras 'hacía fuerza en el retrete'".
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