Este artículo se publicó hace 15 años.
Boeing se enfrenta a una prueba de fuego con el primer vuelo del Dreamliner
Boeing se enfrenta hoy a una jornada crucial con el primer vuelo de prueba del 787 Dreamliner, un aparato sobre el que descansa parte del futuro de la compañía y cuya producción lleva dos años de retraso, con un coste millonario.
El vuelo de prueba se debía de haber realizado en agosto de 2007, con objeto de iniciar las operaciones comerciales en mayo de 2008, pero este evento se ha ido retrasando una y otra vez, hasta en cinco ocasiones, debido a problemas en la fabricación.
Hoy, finalmente, Boeing reunirá en la planta de la compañía en Everett, cerca de la ciudad estadounidense de Seattle, a la prensa, los accionistas y empleados para el primer despegue del Dreamliner, que está previsto que se inicie, si las condiciones meteorológicas lo permiten, a las 17.00 GMT.
Tras su partida, el aparato aterrizará cuatro o cinco horas más tarde en un aeropuerto al sur de la ciudad.
Boeing ha puesto muchos recursos y esperanzas en este modelo que, según algunos expertos, podría marcar futuros estándares en consumo de combustible y autonomía de vuelo.
El Dreamliner promete además ser el avión más confortable para los pasajeros construido hasta la fecha. Según los datos facilitados por Boeing, el 787 tendrá una cabina más ancha que la de otros aviones medianos, lo que se traducirá en asientos más amplios, mayor espacio en el pasillo y más espacio para el equipaje de mano.
Las ventanas son también más grandes que las de sus competidores y se ha mejorado tanto la calidad del aire como el nivel de humedad en la cabina de pasajeros para hacer el vuelo más agradable.
Boeing promete igualmente que el Dreamliner ofrecerá vuelos más tranquilos, pues dispone de sensores especiales que controlan en cierta medida la reacción del avión ante una turbulencia.
El Dreamliner, con capacidad para entre 210 y 250 pasajeros, fue la respuesta de Boeing al Airbus 380.
Frente al enorme avión del consorcio europeo, el grupo estadounidense prefirió apostar por un modelo de tamaño mediano con menor consumo y nuevas características en la cabina para mejorar la experiencia de vuelo.
El concepto parece haber tenido éxito entre las aerolíneas y Boeing ha recibido ya 840 pedidos por valor de 140.000 millones de dólares.
Sin embargo, la producción del Dreamliner acumula ya dos años y medio de retraso y aunque la firma aeronáutica estadounidense tiene previsto suministrar el primer avión a la aerolínea japonesa All Nippon Airways a finales del próximo año, algunos expertos opinan que no podrá cumplir con este compromiso.
Boeing podría necesitar más tiempo para corregir los problemas que puedan producirse durante el vuelo de hoy.
El 787 no ha reaccionado siempre como se esperaba en los modelos realizados por computadora y falló un test de tensión en su ala que obligó al fabricante a cancelar un primer vuelo de prueba en junio.
Otro problema podría ser el peso del aparato, un factor clave para conseguir la reducción del 20 por ciento en consumo prometida por Boeing.
El grupo aeronáutico se ha visto obligado a añadir más metal al fuselaje del aparato de lo previsto inicialmente y la compañía ya ha reconocido que los primeros 787 en salir de la fábrica serán más pesados de lo que se preveía, aunque no ha especificado cuánto.
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