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Bollywood: desmadre a la española

La película más taquillera en India este año narra la alocada despedida de soltero de tres jóvenes, que recorren la Península de fiesta en fiesta

ELISA RECHE

Dieciséis toneladas de tomates, una sensual pareja resbalándose entre ellos en una camioneta, coreografías imposibles, copas de vino vacías sobre la mesa, tres jóvenes indios que mueven sus hombros al ritmo de Muchachito Bombo Infierno a bordo de un coche alquilado por la Costa Brava mientras celebran una despedida de soltero. Bollywooddescubre la mayoría de edad en España con Zindagi Na Milegi Dobara (Solo se vive una vez).

España ha puesto a Bollywoodpatas arriba. La película, que cuenta las experiencias de tres jóvenes indios de despedida de soltero sobre la piel de toro, ha escandalizado a las clases más puritanas del país asiático, lo que se traduce en jugosas cifras: Sólo se vive una vez es el filme indio más taquillero en lo que va de año, superando incluso a la última entrega de Harry Potter.

El argumento deja bastante claro lo que el espectador se va encontrar en el filme. Tres amigos indios se reencuentran en Barcelona para celebrar la despedida de soltero de uno de ellos. Como en los viejos tiempos, pero con una diferencia notable: en España y en verano. El resultado es una mezcla con aroma asiático entre En el camino de Kerouac y Resacón en Las Vegas: noches de cárcel, borracheras, tomatazos, aventuras sexuales y, poniéndose más serios, undesencuentro con el padre biológico de uno de ellos.

Sin embargo, lo que realmente ha ofendido a los espectadores indios no ha sido esta sucesión de peripecias juveniles, sino algo mucho peor: ¡un beso en la boca! El que le planta la famosa Katrina Kaif al actor Hrithik Roshan después de una persecución en moto. Por más escenas de actrices colocadas debajo de una cascada cayéndoles el agua por el cuerpo y transparentándoseles el sari, lo que ha trastornado a la opinión pública es un beso en los labios.

Las mujeres de este filme, no sólo Kaif, son de armas tomar. Toman la iniciativa y, como se desprende del título, enseñan a los protagonistas a aprovechar el momento. Este mensaje resulta bastante novedoso en un país que cree en la reencarnación y el karma: el destino definido por acciones cometidas en vidas pasadas. El otro mensaje del filme también apunta a la catarsis personal: la confrontación con los miedos más profundos y la liberación de las imposiciones sociales y familiares.

La sala de los cines del centro comercial Nehru Place en Nueva Delhi que proyecta esta road movie se encontraba, un miércoles a las doce y media de la mañana, a rebosar de grupos de estudiantes, parejas adolescentes, jóvenes trabajadores en los call centre con horario vespertino y algún señor solitario entrado en canas.

A la salida los jóvenes se amontonan en el McDonald's a por una hamburguesa. 'Lo que más me ha gustado de la película son las aventuras que viven los protagonistas en España', señala a la salida del multiplex la joven Nalini, con una gran sonrisa y vestida con la tradicional vestimenta india de pantalones y camisa amplias. Su madre la mira con desconfianza.

Los jóvenes en India no suelen experimentar muchas 'aventuras', ya que la familia suele tener bastante peso en la decisión de sus estudios, carreras profesionales, matrimonios concertados e incluso el lugar en el que viven.

Este conservadurismo también se refleja en otros jóvenes que no salen tan entusiastas de la sala del cine. El joven ingeniero Shrikant cree que 'la película es poco respetuosa con la imagen de España y sus ciudadanos'. 'No me parece muy realista que un joven musulmán no pare de beber vino y tenga sexo de una noche con una chica local', añade. Definitivamente, es una escena poco habitual en la filmografía del subcontinente.

Y mientras tanto Bollywood se integra con naturalidad en todos los tópicos españoles: sinuosos edificios de Gaudí en Barcelona, correr los toros en San Fermín, el mar Mediterráneo de la Costa Brava, la Tomatina de Buñol, el baile flamenco en Sevilla, sin faltar la paella y el vino.

La directora del filme, Zoya Akhtar, se trajo los tomates maduros para la escena de la Tomatina desde Lisboa por 160.000 euros, e incluso rodó con bailarines de Farruco. 'Los actores aprendieron flamenco, pero terminaron por bailar un poco lo que querían, lo que resultó más divertido', explica al diario Mumbai Mirror sobre la coreografía de la canción Señorita, donde los amigos se arrancan por soleares en la localidad andaluza de Alajar.

El éxito del filme ha sido meteórico. Y no sólo en el país asiático. La película ha logrado ingresar en el mercado internacional 2,7 millones de euros desde su lanzamiento a mitad de julio. La diáspora india y del Sur de Asia ansía el estreno de las películas de Bollywood, que, como ésta, muestran cada vez un mayor grado de sofisticación y atrevimiento.

Para Manu Joseph, el director de la revista semanal india en inglés Open, esta película es el resultado de 20 años de historia en el país, cuando el actual primer ministro, Manmohan Singh entonces ministro de Finanzas abrió la economía de India en 1991. En un editorial publicado por The New York Times, Joseph explica que la película representa 'el último triunfo del materialismo'. 'Pretende demostrar que la felicidad no se puede comprar, pero es así. Los indios que han experimentado tanto el socialismo como el capitalismo saben mejor que muchos otros que hay muchos caminos hacia la felicidad, pero ninguno más estable que aquel que viene del dinero', añade el también novelista.

De hecho, otro protagonista de la película es Bagwati o Bolsito, un bolso de Hermès de 12.000 euros, destinado a la prometida, que con unas gafas de sol y un pañuelo rodeando las asas les acompaña todo el trayecto en el asiento trasero. Quizás sea exagerado afirmar que este filme ha necesitado 20 años para cocerse, pero definitivamente no está hecho para todos los gustos.

Otro filme que ha roto esquemas este verano ha sido Delhi Belly. También tres amigos antes de la boda de uno de ellos se lanzan a la aventura con mafias de por medio y una imagen de la capital de India muy distante de su habitual representación bucólica.

En esta ocasión tres compañeros de piso bastante humildes un periodista, un fotógrafo y un caricaturista se las apañan como pueden para pagar el alquiler de una casa que se cae a pedazos, lidiar con el tráfico de la urbe y, por supuesto, el conocido como delhi belly o diarrea que sufre la mayoría de los habitantes de Nueva Delhi por la falta de higiene a la hora de tratar los alimentos.

De nuevo, con un humor irreverente, escatológico y grotesco con burkas de por medio, sexo oral previo a la boda y un alegato contra el matrimonio concertado y la dote que la familia de la novia ha de pagar al novio, la película amplía el panorama bollywoodiense. Y los delhitas se mueren de la risa al ver reconocida su ciudad caótica y sucia, donde muchos tienen dificultades para llegar a fin de mes.

Otros filmes, menos taquilleros, pero relativamente conocidos, también han causado un poderoso impacto entre la juventud. No one killed Jessica, (Nadie mató a Jessica), que retrata a Nueva Delhi como una ciudad despiadada y brutal, cuenta la historia real de una modelo cristiana que resulta asesinada una noche en un bar por no querer servir la última copa a un cliente. La película narra el desastroso funcionamiento de la justicia en el país, ya que sin dinero o influencia, la familia es incapaz de conseguir un proceso justo y no hay culpable para la muerte de la chica.

Otro título lanzado este año, Hazaaron Kwhaishein Aisi (Muchos deseos como éste), cuenta el origen de la guerrilla marxista naxalita en la localidad bengalí de Naxalbari, durante la década de los setenta, a través de una historia de amor a tres. El filme no juzga la violencia de la guerrilla, pero sí la de las cárceles indias, el hambre y la enfermedad que asola las zonas rurales del país. Bollywoodse atreve a ir más allá. Como por ejemplo a España.

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