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Bolton, un equipo de provincias que quiere disfrutar ante el Atlético de Madrid

EFE

El Bolton Wanderers, un equipo pequeñito, de provincias, carente de la tradición arraigada de otros monstruos de la Liga británica y, quizá, desde la marcha del francés Nicolás Anelka al Chelsea, a falta de un hombre talismán, se prepara ilusionado para recibir, sin pretensiones, al Atlético de Madrid.

El Reebok Stadium, con cabida para 29.000 espectadores, no puede atreverse a competir en grandeza, en tradición, en aforo, con el Vicente Calderón, que le dobla en número de espectadores, un marco clásico, con solera, que intimida al rival con el bramido de su hinchada rojiblanca.

Aquí, en el Reebok, las gradas no tiemblan. Quizá porque cuando no es un Atlético de Madrid el rival invitado, es casi imposible agotar las entradas. El técnico Gary Megson se explicaba, hoy, este hecho arguyendo que "ver fútbol en directo es caro".

Aunque el aficionado local, muy inglés, muy del norte, se lo pasa bien.

En la ciudad de Bolton, un núcleo industrial y gris, sin sobresaltos, el fútbol tampoco es religión y la población no se escinde dolorosamente dependiendo de cuáles sean sus colores. Nada que ver con su vecino mayor, Manchester, a unos 25 minutos más o menos en tren, donde este deporte causa estragos. Aquí, por lo general, se apoya a los "Trotters". Por tradición.

Como su estadio, el Bolton Wanderers es un club sin pretensiones. Fundado en 1874, fue de los primeros equipos que dieron forma a esta Liga y que militaron en la histórica campaña inaugural del fútbol inglés de Lancashire, en el año 1888 (al norte del país, y al oeste de la ciudad de Manchester), donde se gestó el fútbol británico.

Aquí nacieron también el Accrington FC, el Blackburn Rovers el Burnley o el Preston, ciudad, en la que, por cierto, se encuentra el museo de la federación de fútbol británica.

A la sombra de los grandes tiburones, los que tutelan los Alex Ferguson, los Rafa Benítez y los Sven Goran Eriksson del fútbol británico, y ahora a cargo de Gary Megson -desde octubre-, el Bolton sigue siendo un equipo sencillo, con altibajos, que da cobijo a dos españoles: Iván Campo y Mikel Alonso -por aquí pasó también Fernando Hierro-, y que pelea desde la decimoquinta posición liguera, coqueteando peligrosamente con la zona de descenso.

Lo que es una realidad es que desde el año 1950, mientras los clubes de las grandes capitales no dejaban de crecer y hacerse fuertes, otros, como el Preston, el Blackburn, el Burnley y el mismo Bolton sufrían para seguir siendo competitivos.

Esto no siempre fue así. Por poner un par de ejemplos, en el año 50, el Preston se convirtió en el primer once inglés que se hacía con el "doblete", y a comienzos de la década de los 60, el Burnley ganaba el campeonato liguero.

El palmarés de los Wanderers, a diferencia de sus vecinos, no contiene ningún trofeo liguero -atesora cuatro Copas inglesas- y ha llovido bastante desde que por última vez se proclamó campeón de algo: ocurrió en 1958, en la Copa.

Tampoco puede presumir este club de poseer unas arcas especialmente saneadas. Desde los 50, es propiedad de un acaudalado empresario de la zona, Eddie Davies.

Otro rasgo que diferencia a los Wanderers del Atlético de Madrid es que este club, para el que ésta es su segunda temporada en Europa -la primera fue en 2005-, no se escuda en nombres individuales.

Entre sus jugadores icono, de los que la entidad se enorgullece, se recuerda al delantero centro Nat Lofthouse -1943-1961-, de la vieja escuela, pero en el Reebok aún se ven fotos de otros más recientes como el francés Youri Djorkaeff o el nigeriano Jay-Jay Okocha.

Luego llegó Anelka -agosto de 2006- y, con las mismas, se marchó -al Chelsea, el pasado enero-, dejando un vacío que la directiva no ha querido llenar.

Según el periodista inglés Patrick Hart, de UEFA.com, "el Bolton fue incapaz de sustituir a Anelka de forma directa durante el mercado de invierno y ahora depende de El Hadji Diouf para la inspiración en el ataque, aunque con el dinero que les dio su venta, reforzaron la defensa con Gary Cahill y el medio centro con Matthew Taylor".

Por lo que respecta a la presente temporada, está resultado tumultuosa para esta formación, con los vaivenes sufridos por la plantilla, emocionales y tácticos, que implican siempre los cambios de entrenadores.

La marcha en octubre de Sam Allardyce, el hombre que llevó el timón de esta formación durante 8 temporadas y responsable de su ascenso a la Primera División en 2004, y que dio el salto al Newcastle United -donde, por cierto, tan sólo duró 8 meses-, hizo estragos en la plantilla.

Pero si en St James' Park, el toque Allardyce no cuajó, el ex osasunista Sammy Lee, a quien tocó la tarea de suplir la ausencia de Allardyce en el Reebok Stadium y que fue maltratado por los medios británicos, tampoco logró moldear al equipo.

Megson rescató, al menos en lo emocional, a estos jugadores. Caló el espíritu del club, dio aire a sus pupilos y les hizo recuperar la confianza perdida.

Aún anclados en la zona baja de un torneo dominado, de nuevo, por los clubes grandes, el Bolton intenta sacudirse el polvo y escalar puestos antes de que sea demasiado tarde.

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