Este artículo se publicó hace 16 años.
Borau afirma que "el problema del cine español es que nunca ha tenido mercado"
El director, productor y guionista José Luis Borau aseguró en Londres a Efe que el problema del cine español es que nunca ha tenido mercado de distribución, ya que el interno es muy pequeño y competitivo y el internacional no existe.
Borau ha participado en varios actos de "Spain (Un)Censored", una retrospectiva cinematográfica de películas que burlaron la censura del régimen franquista, e indicó que el sistema no permite la exhibición de más de cien películas españolas al año.
El director de "Furtivos" (1975) explicó que no existen cines suficientes para exhibir tantas películas, lo que hace que algunas no se lleguen a estrenar y que otras se muestren "brevemente" sólo para poder aspirar a los premios Goya.
"El problema del cine español es que nunca ha tenido mercado, ni siquiera el de habla española, y el cine es una industria, en definitiva, por lo que sin mercado no funciona", apuntó.
Sin embargo, el ganador de un Goya por "Leo" (2000) y presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), afirmó que el cine nacional tiene futuro porque siempre hay algunas películas fantásticas, incluso con éxito comercial, y buenos realizadores y actores.
En cuanto al trabajo de los cineastas durante la última época del franquismo, tema de la retrospectiva, el realizador dijo que consiguieron burlar a la censura pero negó que sus trabajos hayan influido en el de los directores de hoy día, puesto que "todo el mundo tiene libertad para hacer lo que se le ocurre y no tiene por qué imitar".
Borau sostuvo que la censura del régimen franquista comenzó a trabajar a partir de los años 50, sobre todo a raíz de "Bienvenido Mr. Marshall" (1953), de Luis García Berlanga, porque antes no existía oposición.
Fue con la llegada de la Escuela de Cine y las películas de Juan Antonio Bardem y de Berlanga cuando comenzó un control mayor, porque era más difícil controlar a los jóvenes, "que no estaban por la labor".
Según el director, los peores años de la censura cinematográfica fueron los últimos de la dictadura, lo que hizo que los cineastas desarrollaran un lenguaje paralelo y nuevas técnicas de trabajo para despistar a los "torpes censores".
Por ejemplo, no enviaban a la censura los guiones definitivos, sino unos maquillados que después cambiaban a la hora del rodaje.
Además, algunos directores españoles de la época, acostumbrados a no poder decir lo que querían, crearon un estilo cinematográfico "evasivo, en el que las cosas se decían por debajo y se hacían guiños al espectador".
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