Este artículo se publicó hace 13 años.
Borjita Valero da oxígeno al Villarreal
Respira el Villarreal, después de su triunfo sobre el Rayo
Respira el Villarreal, aunque ligeramente. El triunfo sobre el Rayo (cinco jornadas después) le permite abandonar los puestos de descenso. Pero la imagen no mejora, por juego aburre y su enfermería sigue en hora punta: Cani se incorporó a los 24 minutos a la nómina de visitantes y Marco Ruben a los 48, lo que obligó a Garrido a dar con Camuñas y Hernán más giros de tuerca a su alineación. El único cambio que realizó a conciencia, el de Senna por Mario, le costó la enérgica reprobación del público, escaso, que acudió al Madrigal. No son días agradables para el entrenador, que sigue bajo sospecha pese al respaldo presidencial.
Las bajas de Rossi y Nilmar han vuelto mucho más pequeño al Villarreal. Especialmente por el italiano, que en realidad estaba sosteniendo al equipo en estos momentos de crisis. Sin su temida pareja atacante hace tan sólo un año, los amarillos se han convertido en una equipo decididamente romo. Así que su línea creativa tiene que asumir todos los trabajos, el del pase y el del remate. Borja Valero lo entendió y se cargó el partido a la espalda, con libertad para tirar sus amagos por cualquier punto del frente de ataque. Incansable, fue el jugador decisivo. De Guzmán se le unió más que otras veces. Y el Villarreal necesita que el canadiense sume de una vez como lo hacía en Mallorca.
Con todo, fue el fuego a balón parado el que le arregló el partido al grupo local. Un golpe franco botado desde la derecha por Borjita rematado casi en la línea por Bruno, a quien el Rayo concedió una extraña licencia para operar a placer. Pudo sentenciar Senna al filo del descanso, de penalti, pero Cobeño se las apañó para mantener con vida al Rayo un poco más.
Por entonces, los madrileños se habían comportado como un equipo demasiado tierno. Con el plan habitual de presionar bien arriba la salida del rival, pero sin causar arañazos en el área de Diego López y demasiado apurados en la propia. Mejoró el Rayo en la segunda mitad, ya sí decidido a cambiar lo que contaba el marcador y luciendo al fin a Lass, sensación del campeonato, que tuvo poca presencia en el primer tiempo. El Villarreal dio un paso atrás y se preparó para sufrir a la defensiva y sin la pelota. Del dominio y la mayor intención, el Rayo no sacó rendimiento para el empate. Y menos, cuando Borja, a 20 del final, se las apañó para apuntillar con una conducción mal defendida y un remate seco. .
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