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El Brasil de Dunga se encierra y evita a la prensa

Reuters

Por Brian Homewood

Brasil es quizás el único de los principales países donde el fútbol es el deporte rey, donde los periodistas pueden unirse a la celebración de los goles y entrevistar a los jugadores en medio de una pelea en el campo de juego.

Decenas de reporteros de radio y televisión se sitúan en el límite del campo en los partidos en Brasil, entrevistando a los jugadores segundos antes de entrar al campo de juego, al descanso y cuando son expulsados de un encuentro.

Si estalla una pelea en el partido, los periodistas corren a la pista intentando conseguir alguna cita. Y cuando un jugador anota un gol, va a festejarlo directamente a las cámaras y micrófonos para que su celebración sea transmitida a millones de aficionados.

El año pasado, Ronaldo, jugando su primer partido en la liga brasileña tras 15 años, dejó el campo de juego con un ojo morado tras ser golpeado por un micrófono y una cámara de televisión en una estampida de periodistas que buscaba entrevistarlo al final del encuentro.

Tras tanto tiempo en Europa, Ronaldo quedó impactado por encontrarse con tantos reporteros dentro del campo.

Para los cientos de periodistas brasileños que van al Mundial, el lugar establecido para la prensa, sin acceso al campo de juego, seguramente resulta impactante.

Sin embargo, la prensa brasileña habitualmente tiene un acceso que sus colegas en otros países sólo pueden soñar con tener.

Incluso en un torneo como un Mundial, Brasil organiza una "zona mixta", donde los jugadores, cuando vuelven al autobús, responden a las preguntas de cientos de periodistas, separados sólo por una barrera.

Sin embargo, este año ha sido completamente distinto.

FALTA DE INFORMACIÓN

El técnico Dunga ha sustituido las zonas mixtas por una conferencia de prensa diaria, en la que dos jugadores salen del paso con respuestas cliché a las preguntas de unos 400 periodistas.

Incluso, Dunga ha restringido el acceso a los entrenamientos, que generalmente eran transmitidos en directo por la televisión en Brasil.

La nueva política ha sido principalmente dura con la prensa de radio, que tiene que horas que rellenar ante la falta de información. La radio sigue siendo uno de los principales medios de comunicación en Brasil, donde aún hay mucha gente sin acceso a Internet.

"Debemos hablar en siete programas a diario y hacer un boletín de noticias cada hora", dijo Wellington Campos, un periodista de Radio Itatiaia.

"En el pasado, siempre fue muy abierto, no sólo para la prensa brasileña sino para la extranjera, podías elegir al jugador con el que querías hablar. Eso se acabó", agregó.

Esto ha llevado a una tensa situación entre la prensa y el equipo, especialmente después de que Dunga incluyera a la poderosa cadena de televisión Globo -dueños de los derechos de la selección- en su drástica medida.

Cuatro años atrás, los jugadores formaban parte de las discusiones futbolísticas y daban entrevistas exclusivas para Globo, pero bajo el régimen de Dunga, la cadena es tratada como cualquier otro medio.

La tensión estalló el domingo tras el triunfo brasileño ante Costa de Marfil, con una discusión entre Dunga y un periodista de Globo durante la conferencia de prensa tras el partido.

Los medios brasileños dijeron que Dunga habría insultado al periodista.

Globo criticó más tarde el comportamiento del técnico y desde entonces ha rechazado utilizar su nombre, refiriéndose a él como el "entrenador de la selección de Brasil".

La mala relación con la prensa prosiguió el lunes, cuando Kaká dijo haber sido criticado por el columnista Juca Kfouri por sus creencias religiosas.

Tras una pregunta del hijo de Kfouri, André, quien también es periodista, Kaká respondió: "Tu padre me está atacando por mi fe. Espero que me respete a mi y a los millones de personas que creen en Jesús".

Mientras que la pelea podría proseguir durante el Mundial, el técnico ganador del Mundial del 2002 con Brasil, Luis Felipe Scolari, sugirió una tregua.

"En la Copa del Mundo nos tenemos que apoyar mutuamente. Lo mejor es trabajar juntos, y cuando la Copa del Mundo termine, cada una puede decirle al otro que se vaya al diablo", dijo Scollari.

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