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El bulo de las dos lunas contraataca

Marte no se verá nunca del tamaño del satélite terrestre

DANIEL MEDIAVILLA

La noche del pasado jueves, muchas personas miraron al cielo para observar un fenómeno que no se iba a repetir hasta 2287. Allí, Marte brillaría inmenso, como una segunda Luna. Pero para que la pandemia informativa, contagiada vía Internet, hubiese sido cierta, Marte debería haberse acercado a tan solo 780.000 kilómetros de la Tierra. El espectáculo no habría salido gratis. El tirón gravitatorio del nuevo satélite habría doblado la potencia de las mareas terrestres y las ciudades costeras habrían sufrido las consecuencias. Por suerte, el jueves, Marte estaba a 250 millones de kilómetros de la Tierra. En el cielo no había rastro de su presencia.

Seis años después de su nacimiento, el bulo marciano ha vuelto a circular con tanta salud como la primera vez. Según cuenta Tony Phillips en la web de la NASA, el origen de la patraña está en un hecho real sucedido en 2003. Ese año se produjo el mayor acercamiento del planeta rojo a la Tierra en 600 siglos. Entonces, se situó a 56 millones de kilómetros. Marte pudo contemplarse a simple vista en el cielo nocturno, pero no pasó de parecer una estrella especialmente lustrosa.

El trabajo de Philips o de otro incansable luchador contra las paparruchas como el astrónomo Phil Plait no parece surtir efecto. Pese a los desmentidos anuales, cada 27 de agosto, el camelo de la doble Luna regresa como Santa Claus.

La tecnología ha hecho que los bulos se transmitan con más facilidad, pero no los ha inventado. Según se cuenta en un libro editado por la Sociedad del Folclore británica en 1902, en 1184, una carta, supuestamente escrita por astrólogos de Toledo, circuló por Europa provocando el pánico. Predecía una conjunción planetaria que anunciaba el fin del mundo para septiembre de 1186. Pese a que el día del apocalipsis pasó y el mundo continuó intacto, la carta no perdió fuerza. Pequeños cambios en las fechas y otros retoques menores permitieron que el bulo sobreviviese durante siglos. En el siglo XV la historia aún seguía viva.

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