Este artículo se publicó hace 14 años.
La búsqueda del "Viagra femenino" despierta pasiones
Por Kate Kelland
Desde que el fármaco para tratar la impotencia masculina, Viagra, explotó en el mercado global de productos farmacéuticos, los laboratorios están buscando un equivalente para las mujeres.
La pequeña píldora azul fabricada por el gigante estadounidense Pfizer revolucionó la vida sexual de muchos hombres frustrados, y la posibilidad de que una pastilla haga lo mismo por la libido de las mujeres generó entusiasmo y expectativas económicas entre los desarrolladores de fármacos.
Aun así, la fuerte iniciativa de la compañía alemana Boehringer Ingelheiml, actual líder de esta carrera con su producto experimental flibanserina, está despertando otro tipo de pasiones entre algunas mujeres expertas en salud.
Un sondeo financiado por la firma y publicado esta semana buscó demostrar el impacto emocional y la angustia que sufren las mujeres a raíz de la falta de deseo sexual.
Pero el trabajo enfureció a los críticos. Algunos creen que se trata de un intento de posicionar a la ausencia o reducción de la libido femenina como un desorden médico. Esto, dicen, amenaza con estereotipar el problema y hace sentir a las mujeres que tienen una deficiencia.
"La idea de que la falta de interés sexual debe ser tratada de inmediato con una píldora implica que los múltiples factores que contribuyen en los problemas sexuales podrían pasar desapercibidos, generando que la medicación sea ineficaz", dijo Lisa Martinez, fundadora de la Fundación de Salud Sexual de la Mujer, un grupo internacional con sede en Estados Unidos.
"La medicación puede ser el tratamiento correcto, pero también puede no serlo. Depende de cuál es la verdadera causa de la falta de deseo. Si una mujer está cansada, angustiada y necesita ayuda para cuidar a sus hijos, la píldora no es la respuesta", señaló.
En ese caso, la solución sería que disminuya su nivel de fatiga y obtenga ayuda en la casa para criar a sus hijos, agregó.
Boehringer dice que se topó con los efectos de la flibanserina, un modulador de la serotonina, mientras investigaba la sustancia química como un potencial antidepresivo.
CLASIFICAR LA FALTA DE LIBIDO
Martinez y otros expertos temen que se genere una excesiva medicalización del sexo, un fenómeno que podría inundar las habitaciones de muchas parejas con píldoras patentadas, pócimas y cremas.
La compañía farmacéutica estadounidense BioSante, que también está desarrollando tratamientos para reforzar el deseo femenino, reconoce el mercado potencial que existe para la disfunción sexual en aquel país, donde podrían lograrse ventas por un valor de 2.000 millones de dólares anuales.
Parte del proceso de capturar ese mercado es lograr clasificar los síntomas que acecharon a varias generaciones, definiéndolos en términos clínicos y por lo tanto creando la necesidad de tratarlos con un enfoque médico.
Un ejemplo de esto surgió la semana pasada cuando Boehringer publicó los datos del sondeo europeo, llamado Deseo y sus Efectos en la Sexualidad Femenina Incluyendo las Relaciones (DESIRE por su sigla en inglés), cuyos resultados demostraron que las mujeres con baja libido y problemas de relaciones sufrían a nivel personal y emocional.
Junto al sondeo hubo también un anuncio de una organización de investigación comercial estadounidense, que creó un "registro del Desorden del Deseo Sexual Hipoactivo" (HSDD por su sigla en inglés) para ayudar a los científicos a entender los problemas sexuales femeninos.
Sheryl Kingsberg, profesora de biología reproductiva de la Case Western Reserve University in Cleveland, dijo en un comentario sobre el sondeo que era importante reconocer la falta de deseo sexual de las mujeres.
"Muchas de las mujeres que veo con HSDD sufren un alto nivel de culpa y sentimientos de confusión", escribió. "También se quejan de la distancia que sienten entre ellas y su pareja. El impacto emocional del HSDD es significativo", opinó.
Pero Petra Boynton, psicóloga social de la University College London, cuestionó el estudio y sus resultados, destacando que incluyó a más de 60.000 mujeres en toda Europa, de las cuales sólo el 11 por ciento tenía un problema sexual.
"Desafortunadamente, con este estudio, al igual que con muchos otros, las herramientas usadas están diseñadas específicamente para la investigación financiada para el fármaco", dijo a Reuters.
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