Este artículo se publicó hace 15 años.
El café más largo se sirve en piscina
Ai Weiwei vierte 9.000 litros de leche y 5.000 de café en una instalación
El pabellón de la Fundación Mies van der Rohe de Barcelona huele a café. Sus piscinas han cambiado el agua por 9.000 litros de leche y 5.000 de café. El responsable de la permuta es el artista chino Ai Weiwei (Beijing, 1957) que utilizando esos elementos, ha realizado la instalación With milk, find something everybody. Los promotores de la intervención, que la califican de "experimental", no han querido facilitar el coste de la propuesta, aunque cuentan que la leche utilizada no es apta para el consumo humano.
También arquitecto y bloguero, Ai Weiwei, se presentó según marca la tradición oriental. Sin que nadie le preguntara recordó su nombre, lugar de nacimiento y profesión, pero para comentar algunos aspectos sobre su instalación, lanzó respuestas a la francesa. "Hay muchas crisis, la del petróleo, la de la sangre... Nos enfrentamos a muchas realidades", dijo el artista tras ser preguntado sobre si su propuesta se solidariza con la crisis que sufren los productores de leche.
Ai Weiwei no toma café, pero le encanta el aroma que desprende. Aunque lo que le ha dejado contento son las formas del poso del café que ocupa la piscina interior del pabellón. "Son dibujos que contrastan de una manera muy interesante con el mármol verde de la pared. Pero sobre todo me gusta la imagen lacada que ofrece la piscina exterior. El blanco de la leche crea unos reflejos con el travertino, que a Mies le hubieran gustado mucho", contó satisfecho.
Experimento efímeroLlamado por el estudio de arquitectos suizos Herzog & De Meuron para colaborar con el diseño del Estadio Olímpico de Pekín, Ai Weiwei mantiene un tenso equilibrio con el gobierno de su país. Él evita la censura no exponiendo en lugares importantes y los dirigentes chinos toleran sus críticas hasta cierto punto.
Influido por Duchamp y Warhol, Weiwei es de los que considera que el arte consiste en una actitud de vida. Quizás por eso, no le preocupa el evidente carácter efímero de su instalación. De momento, el olor que flota por el pabellón es agradable. La leche se conserva limpia e inodora, pero nadie sabe el tiempo que durará. "Es una instalación flexible en el tiempo que nos ayuda a mantener el sentido orgánico del pabellón", apuntó Lluís Hortet, director de la Fundación Mies van der Rohe.
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