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'Call of Duty: Ghosts' juega a la guerra de siempre

La última entrega de la popular saga llega sin apenas novedades ni evolución alguna. Nos plantea un escenario con EEUU invadido por una alianza de países sudamericanos

EDUARDO ORTEGA

Estados Unidos ya no es lo que era. Ha perdido su estratégica base espacial Odín, desde la que controlaba el arma mas poderosa conocida, capaz de acabar con la Tierra en tan sólo unos instantes. Todo es parte de un minucioso plan de una alianza formada por países sudamericanos como Venezuela, Brasil, Argentina o México. Componen una coalición conocida como La Federación.

El populista y patriótico argumento de Call of Duty: Ghosts pone al jugador en situación diez años después de estos hechos. Estados Unidos, invadida por La Federación, ha perdido todo poder, ya no es una superpotencia. Sus más importantes ciudades, como Los Ángeles, han sido arrasadas y sólo unas fuerzas especiales, los Ghosts, pueden detener la sangría. Y nosotros somos uno de esos escogidos.

El último videojuego de una de las sagas más vendidas de la historia, lanzado para Xbox 360, PlayStation 3, Wii U, PC, Xbox One y PS4, viene, sin embargo, acompañado de un alud de críticas. Con base, desde luego, ya que Infinity Ward ha olvidado la evolución e innovación con las que consiguieron golpear en anteriores ediciones. Gráficamente es notable, pero sin grandes avances. Desde luego, sin los que se esperaban de tanto tiempo de desarrollo. Es, básicamente, lo mismo que ya hemos visto antes. Hay, incluso, algunos fallos. 

La campaña es espectacular e intensa, como viene siendo habitual. Hay misiones en el espacio -que recuerda a la película Gravity-, bajo el agua y en centrales petrolíferas. Buenos momentos oscurecidos, sin embargo, por un modo de juego fundamentalmente lineal, sin posibilidad de lograr los objetivos sin salirse del camino marcado. Sin opción, asimismo, de interactuar con el entorno, de destruir todo lo que nos plazca, algo de lo que sí disponemos, por ejemplo, en Battlefield 4. La historia, además, es bastante corta -siete horas- como suele ser habitual, pero con situaciones grandiosas, protagonizadas por los hermanos Logan y Hersh, su padre y el resto de los Ghosts.


La principal novedad introducida por Infinity Ward es la presencia de un perro, Riley, que acompaña a los Ghost en sus misiones por varios lugares. Nosotros también nos pondremos en las pezuñas de Riley para acabar a bocados con algunos de los enemigos. Un elemento que, no obstante, tampoco tiene gran repercusión en la historia.

Uno de los grandes aciertos del título -probablemente de los pocos- es el modo de juego Extinción, un modo cooperación para acabar con las hordas de aliens que nos invaden. Se trata de un único mapa que recorrer para aniquilar a las criaturas alienígenas, así como destruir sus huevos y nidos. Una excelente modalidad, en la que plantear una buena estrategia cooperativa para sobrevivir a la invasión extraterrestre.

Y, por supuesto, la joya de la corona de todo Call Of Duty es su modo online. Este año le ocurre algo igual de criticable que a la campaña: apenas hay innovaciones. Catorce mapas con na excelente jugabilidad y una gran capacidad de personalización en los que batirse hasta la extenuación pero con pocas novedades. Infinity Ward mantiene la fórmula que ha funcionado en los últimos años. Toda una garantía de éxito y diversión. Sin embargo, el juego pide a gritos un rediseño. 

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