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Una campaña sucia contra la oposición salpica a Brown

Dimite un asesor del primer ministro británico por difundir mensajes difamatorios

DANIEL DEL PINO

El Gobierno británico se vio envuelto este fin de semana en una polémica que terminó con la dimisión de Damian McBride, director de campaña del primer ministro, Gordon Brown, tras destaparse una trama cocinada desde la sede del Gobierno para desprestigiar a las cabezas más visibles de los conservadores británicos.

McBride envió varios e-mails a un blogger laborista instándole a crear una bitácora que sacara a la luz una serie de informaciones falsas sobre supuestos escándalos sexuales y drogas que involucraban al líder tory, David Cameron, y su mano derecha, George Osborne. Los mensajes, tras ser filtrados a la prensa, desataron la ira de los conservadores que exigen una disculpa pública de Brown.

A mediados de enero, a McBride se le ocurrió abrir un blog en Internet para hacer frente a la fuerte presencia del lobbie conservador en la red. Lejos de quedarse en una idea, McBride se puso en contacto vía email con Derek Draper, un reconocido blogger laborista, y con el ex portavoz de Gordon Brown, Charlie Whelan, contándoles su proyecto. El blog fue registrado bajo el dominio RedRag, pero nunca fue utilizado. Por causas que aún se desconocen, los mensajes llegaron a manos del opinador torie más influyente en Internet, Paul Staines, cuya existencia filtró a la prensa el viernes. Brown, que desconocía el contenido de los correos, dijo en un primer momento que no era más que una broma 'infantil'.

Sin embargo, el sábado empezaron a emerger extractos de los e-mails y el Gobierno se dio cuenta de que tenía un problema. Las bromas inocentes eran en realidad acusaciones muy graves que iban desde la supuesta enfermedad de transmisión sexual por la que David Cameron está siendo tratado, a la relación imaginaria que Osborne tiene con una prostituta con la que habría consumido drogas, pasando por los hipotéticos problemas que tiene con su mujer después de que se destaparan las donaciones de varios oligarcas rusos a los tories, o la supuesta promoción que un diputado gay conservador está haciendo de la empresa de su pareja.

McBride, lejos de rectificar, dijo el viernes tras su renuncia sentirse 'consternado' porque los e-mails hubieran salido a la luz y Draper estimó que estaba pagando 'un precio demasiado caro por unas historias que no se iban a publicar'. Brown se limitó a decir que 'no hay sitio en la política para aquellos que publican o quieren distribuir material de este tipo', a la vez que incidió en que 'nadie en Downing Street' conocía la existencia de esos correos.

Pero decir esto cuando el ‘iluminado' era su jefe de campaña y con el que ya trabajaba antes de llegar al Gobierno no convence a los tories. El portavoz de los conservadores, Chris Grayling, dijo ayer en los informativos de la BBC que estaba claro que se trataba 'de una campaña orquestada desde el corazón del Gobierno de Brown' y exigió al premier disculpas por lo sucedido, a la vez que cuestionó si realmente McBride era la única persona en el Ejecutivo envuelto en el escándalo.

De aceptar las exigencias de los tories, será la tercera vez en un mes que Brown tiene que salir ante los medios excusando a personas del entorno del Gobierno. A finales de marzo, la ministra de Interior, Jacqui Smith, copó las portadas de los tabloides después de que alguien filtrara una factura de Internet en la que aparecían las películas pornográficas que su marido había visto a cuenta de los contribuyentes. La semana pasada, el jefe antiterrorista de Scotland Yard, Bob Quick, dimitió tras ser fotografiado en público con un documento que detallaba una redada contra supuestos miembros de Al Qaeda.

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