Entre el acusador alarido del Olympiastadion, un imaginario pulgar que pedía castigo para Natalia Rodríguez, Nuria Fernández incitaba a la fiesta. '¡Qué eres campeona del mundo, tía!', le soltaba a Natalia, que vagaba, envuelta en una bandera de España, a medio camino entre la sonrisa del oro y la lágrima de la descalificación. Nuria, quinta en meta, una mujer campechana, espontánea, que nunca guarda dentro lo que piensa, estaba tan perdida como el resto mientras visionaba el incidente entre Natalia y la etíope Burka en la contrarrecta.

'Yo creo que Natalia ha querido defender la cuerda... ¿tú cómo lo ves?', interrogaba a Amat Carceller, periodista de TVE, responsable de las entrevistas en la zona mixta, con quien Nuria no ocultó su naturalidad entre la tensión del momento. '¡Ay Dios mío!, ¿tú cómo lo ves', continuaba dudando Nuria, mientras, sin capacidad para la respuesta de Amat, la atleta continuaba ofreciendo más excusas para el perdón de Natalia. 'En una carrera así de perra, pasa de todo. A mí las rusas me han dado por arriba y por abajo...', relataba Nuria, quien, entre sonrisas nerviosas y socarronas, expresaba qué hubiera hecho. 'Soy yo y lo estoy celebrando. Si luego me dicen que no, por lo menos he celebrado algo'.

A su lado, Natalia Rodríguez, aún campeona, con los ojos hinchados por la llorera, se abrazaba a Nuria en busca de un gesto amigo que la madrileña pareció transmitirle con unos comentarios al oido. 'No he hecho nada antirreglamentario, pero el estadio se ha vuelto loco y no he dado la vuelta de honor por si me apedrean', declaraba Natalia, mientras Nuria, a su lado, con un discurso lleno de desparpajo, continuaba con sus ganas de fiesta. 'Yo ya habría dado la vuelta de honor', repetía, antes de proclamar que el trío formado por Natalia, ella misma e Iris Fuentes-Pila, la tercera representante española en estos Mundiales en el 1.500, integran el equipo más destacado de la historia en esta distancia. 'Claro que es el mejor equipo femenino de la historia, con una campeona del mundo y una quinta', espetaba Nuria. 'Este año que los chicos han estado un poco regulín, nos ha tocado a nosotros dar el callo', continuaba la madrileña.

Sin embargo, su entusiasmo y simpatía no consolaba a una Natalia, cuyo rostro, ya barruntaba la mala noticia.