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"El cáncer no se puede tratar en cualquier lugar"

Presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica. Cree que el paciente debe exigir la mejor terapia disponible

AINHOA IRIBERRI

Sólo la pasión por su trabajo puede explicar que José Baselga (Barcelona, 1959) defina como 'preciosa' una molécula de fusión presente en algunos tipos de cáncer de pulmón o como 'elegante' un medicamento. El oncólogo, que el año pasado recibió el prestigioso premio de la Asociación Estadounidense para la Investigación en Cáncer, comenta, aunque riendo, que su signo del zodiaco es Cáncer. Optimista en cuanto a los avances en la enfermedad, es muy reacio a caer en la autocomplacencia. La semana pasada fue el anfitrión de más de 15.000 asistentes a la reunión anual conjunta de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) entidad que preside y la Organización Europea de Cáncer (ECCO), que se celebró en Berlín.

'Hemos de incorporar al proceso del cáncer una mentalidad de consumidor exigente'

¿Cuáles son los grandes avances observados en la reunión?

Hemos creado una nueva categoría, los late breaking abstracts, que son aquellos estudios nuevos y de importancia relevante que pueden cambiar lo que estamos haciendo. De estos, destacaría los resultados de algunos ensayos en fase III con el fármaco denosumab contra el cáncer de hueso. Las metástasis óseas son muy frecuentes en cáncer de mama y próstata, y este fármaco puede cambiar la historia natural de la enfermedad; no cura las metástasis, pero puede alargar mucho la vida. También un estudio del grupo español SOLTI, que demuestra que un antiangiogénico [inhibidor de la formación de vasos sanguíneos], el sorafenib , aumenta el beneficio clínico si se administra con quimioterapia.

Algunas de las novedades son continuación de las presentadas en mayo en el Congreso de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO).

'La caracterización genómica determina no sólo el pronóstico, sino también el tratamiento'

Sí. Hay una historia preciosa con una molécula de fusión que se llama ALK. Es una translocación genómica, es decir, se fusionan dos genes y como consecuencia se activa la molécula. Pues bien, se ha descubierto que hay medicamentos superelegantes, muy poco tóxicos, que hacen que responda un 70% de los pacientes de cáncer de pulmón con activación del ALK.

¿Esto es un ejemplo más de medicina personalizada?

Con este hallazgo, ya tenemos en cáncer de pulmón tres cupos moleculares: los que tienen mutado el gen EGFR, que responden muy bien a un fármaco llamado erlotinib; los que tienen mutado el K-Ras, que se sabe que no van a mejorar con dicho medicamento y, por último, el ALK, que si está activado responde muy bien a estos nuevos compuestos. Lo bonito de todo esto es que cada una de estas mutaciones es excluyente; si tienes una no tienes las demás. Es como ser del Madrid y del Barça, algo incompatible. Esto implica que cuando hoy en día entra por la puerta de tu consulta un paciente de cáncer de pulmón tienes que caracterizarlo genómicamente. Esto, que hace años veníamos anunciándolo, ya está aquí. En los grandes hospitales españoles y centros académicos, lo que estamos haciendo es instalar grandes unidades de secuenciación práctica. Y lo que a partir de ahora ocurre en pulmón, ya sucede en colon, en mama y en las enfermedades hematológicas. Fíjese cómo va evolucionando. Y ya no sólo determinan el pronóstico, que lo hacen, sino también cómo tienes que tratar al paciente.

'Nuestros hospitales no reflejan que esta es la primera causa de muerte de 35 a 70 años'

¿Y qué sucede si al paciente no le corresponde tratarse en un centro que pueda caracterizar su tumor?

El mensaje es que el cáncer no se puede tratar en cualquier lugar. Esto no es medicina primaria, tiene que haber centros especializados porque esto se va a complicar más todavía. Además, si el paciente no puede desplazarse, su tumor sí. Hay que trabajar en red y ha de haber centros de referencia de análisis de tumores. Lo que no puede ser es que una persona no tenga acceso a mirar lo que es mejor para ella.

¿Cree que en España no se utiliza lo suficiente la segunda opinión médica ante el cáncer?

Absolutamente. Lo que sucede es que hemos de seguir creciendo en el proceso de que el paciente se tome su enfermedad como cualquier cosa en su vida. Hay que involucrarse, entender lo que se tiene, preguntar cuál es el pronóstico, el mejor tratamiento, cuestionarse sobre qué hospital va a ofrecer lo mejor... Hemos de incorporar al proceso de la enfermedad oncológica una mentalidad de consumidor exigente.

¿Y qué hace falta para eso?

El trabajo de los profesionales del cáncer es en equipo y el paciente es parte de ese equipo. Esa es una de nuestras grandes batallas, incorporar al paciente a esta lucha. Por eso decidimos que el discurso de apertura de este congreso lo diera un representante de los derechos de los pacientes.

¿Y cuáles cree que son las principales reivindicaciones en el campo de la oncología?

Las autoridades sanitarias tienen que asegurarse de que el cáncer es una prioridad. Es la primera causa de muerte en pacientes de 35 a 70 años y hay que preguntarse si nuestros centros hospitalarios reflejan esa realidad. Y la respuesta es que absolutamente no. Las plantillas no están dimensionadas, los sanitarios ven a más pacientes de los que deberían, no hay tiempo para el diálogo. Dentro de un año, cuando estén aprobados los fármacos de los que se ha hablado en Berlín, será inconcebible que a un paciente no se le busque la mutación del B-Raf, por ejemplo. Como a una enferma de cáncer de mama se le tiene que mirar si tiene amplificado el HER-2. Es un asunto que va cambiando, pero es muy importante que aceleremos estos procesos.

A pesar de los avances, hay tumores que se resisten.

Sí. El de páncreas, el de pulmón. Pero se dan pequeños pasitos, como la mutación ALK en el de pulmón. O como con el meduloblastoma, para el que han aparecido tratamientos con respuestas tremendas. Pero esto son buenas noticias relativas, porque antes no teníamos nada. No nos puede entrar la autocomplacencia. A mí se me mueren muchos pacientes de cáncer, muchos. Aunque a veces se anuncian los pequeños avances como grandes noticias, la realidad es brutal. Y los profesionales con frecuencia estamos aturdidos por la dureza de esto. Sí, hay buenas noticias, pero el avance es lento y la carga que representa el cáncer como enfermedad es espectacular.

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