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El candidato socialdemócrata alemán promete luchar hasta el final en una carrera contrarreloj

EFE

El candidato socialdemócrata a la Cancillería alemana, Frank-Walter Steinmeier, cerró hoy ante la histórica Puerta de Brandeburgo su campaña en Berlín, en una carrera contrarreloj contra los sondeos, y en la que prometió luchar "hasta el último segundo".

"Quien puede remontar también es capaz de adelantar", dijo ante los miles de seguidores y curiosos que se habían acercado hasta este punto turístico por excelencia de la capital.

Aludió así a que en las últimas elecciones su partido, a dos días de los comicios, figuraba como seguro perdedor en las quinielas demoscópicas, pero que finalmente consiguió el práctico empate con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller, Angela Merkel.

"La carrera vuelve a estar abierta, lucharemos hasta el último segundo. La ventaja de la CDU está derritiéndose como un helado al sol. Los resultados serán otros que las encuestas".

Esas fueron algunas frases de autosugestión con las que Steinmeier intentó contagiar a sus correligionarios y seguidores, pero sobre todo al -supuestamente- gran número de indecisos que todavía no sabe a quién dará su voto el domingo.

Entre los varios centenares de invitados del partido que habían acudido a la Puerta de Brandeburgo, sus palabras calaron y el público pareció creer en la posibilidad de que se podría repetir la experiencia de 2005.

Los sondeos podrían darle la razón. En los últimos días, la ventaja de la Unión (CDU/CSU) de Merkel ha menguado y el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) ha logrado remontar algo, hasta el punto de que una mayoría cristianodemócrata-liberal, como la busca la canciller, podría depender de un par de escaños.

Sin embargo, la gran diferencia frente a 2005 es que, en aquel año, no estaba Steinmeier sobre el mismo escenario, sino el dúo formado por el entonces canciller Gerhard Schröder y su aliado verde, el vicecanciller Joschka Fischer, ambos controvertidos dentro de sus filas pero cuyo carisma lograba atraer a las masas.

No es el caso de Steinmeier. Por mucho que durante esta campaña haya vivido una metamorfosis que ha convertido al ministro siempre correcto y sin disonancias en un animal de campaña con la voz ronca idéntica a la de su mentor Schröder, no ha conseguido convencer de la autenticidad de este cambio.

Al comienzo de la carrera electoral, algunos de sus correligionarios más cercanos llegaron a preguntarse abiertamente si Steinmeier iba a ser capaz de convencer al electorado.

"Sería el canciller perfecto, ¿pero sabrá ser candidato?", se preguntaba la ministra de Justicia, Brigitte Zypries, una de sus compañeras de partido que más tiempo el conoce.

Hoy, ante la Puerta de Brandeburgo, lo que más jugó a su favor fue el lugar y el buen tiempo, pero los aplausos sólo llegaron encendidos desde las filas de los invitados.

Jóvenes o mayores, todos acogieron con entusiasmo sus ataques a una virtual coalición cristianodemócrata-liberal o su lenguaje de corte puramente socialdemócrata.

Pero fuera del recinto cerrado, donde se encontraba la mayoría del público, los oyentes parecían no estar dispuesto a olvidar que fue Steinmeier quien durante el gobierno de Schröder diseñó las poco populares reformas socio-laborales conocidas como la Agenda 2010, el detonador de la crisis del SPD.

Mientras el candidato atribuía desde el escenario a ideologías como la del Partido Liberal el haber causado la actual crisis financiera mundial, desde el exterior, un hombre de mediana edad le tachaba de recurrir a instrumentos "burdos de campaña".

"Critica a los demás por no tener programas políticos claros, pero él mismo tampoco los tiene. ¿Por qué habríamos de votarlo?", señalaba este hombre, mientras una mujer de edad más avanzada lamentaba que su discurso estaba centrado demasiado en la crítica en lugar de definir sus proyectos.

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