Este artículo se publicó hace 14 años.
Carlos Iglesias rueda en Suiza "Ispansi!" sobre el exilio y la postguerra
El director de cine Carlos Iglesias rueda su segunda película, "Ispansi!" (¡Españoles!, en ruso) en los paisajes naturales de los Alpes suizos, donde la nieve y las temperaturas gélidas los convierten en la Rusia que acogió a miles de niños españoles que huyeron de los bombardeos de Franco.
También actor protagonista y responsable del guión, Iglesias ha rescatado para su segundo largometraje una gran parte del equipo que le acompañó, también en localizaciones helvéticas, en "Un franco, catorce pesetas", su primera y exitosa cinta, por la que ha recibido hasta 36 premios cinematográficos, además de la Medalla de Oro de la Emigración.
Al igual que en aquélla, ha explicado hoy a EFE el director, a punto de comenzar una jornada de rodaje en el cantón del Jura, casi en la frontera con Francia, "sigo hablando -dice- de españoles fuera de España, pero esta película es mucho más grande".
El director, un licenciado de la RESAD que se hizo popular gracias a "Benito", un personaje televisivo que parodiaba a un obrero "chapuzas", asegura que al público le fue difícil digerir su faceta de director, pero hoy, cerca de la madurez de los 50 años, afirma que encuentra la paz haciendo cine y que, además, lo hace "sin ninguna presión".
"Me preocupa contar una historia que llegue, que emocione y que guste, y que la entienda cualquiera", y, por la impresión que da su equipo, feliz y comprometido con la película a pesar de la dureza del rodaje, lo consigue en un ambiente casi familiar.
Un rodaje sin contratiempos, que en este caso no es sinónimo de fácil: la mayor parte de los días, los equipos comienzan la jornada a 18 grados bajo cero y la acaban, con suerte, a menos tres.
Después de casi tres semanas entre nieve y paisajes gélidos, algunos de los actores han comenzado a pedir a Iglesias que sitúe su próxima película en el Caribe.
"La verdad es que la temperatura afecta, por ejemplo, si hay escenas dramáticas donde hacen falta lágrimas, si estás tiritando de frío, a ocho o diez grados bajo cero en una jornada de siete u ocho horas, te aseguro que influye en la actuación", comenta a EFE Esther Díaz Soto, que encarna a Paula, la protagonista de esta película.
"Las tomas son tan impactantes que te transportan a otra época (la de la postguerra). Yo siento mucha pena", asegura la actriz, que emprende por primera vez un papel principal.
La historia comienza en plena Guerra Civil española, aunque el relato cinematográfico no empieza hasta 1942, y sucede en la Unión Soviética.
Paula, hija única de una familia de derechas, ha escondido en un orfanato a su bebé, nacido fuera del matrimonio: es uno de los 3.000 niños que sacaron de la zona roja a la Unión Soviética para protegerlos de los bombardeos de los ejércitos de Franco al poco de empezar la guerra.
Esta muchacha se hace pasar por una de las jóvenes republicanas que cuidaban de esos niños para estar con su hijo, pero algo pasa antes de llegar a Rusia y el viaje se convierte en un calvario.
La película, producida por Antonio Pérez ("Solas"), se desarrolla en su mayor parte en escenarios naturales "de un gran valor visual", con el trasfondo de la Guerra Civil española, pero también de la segunda Guerra Mundial, "con personajes épicos a pesar de ellos mismos y de su humanidad", aduce Iglesias.
El rodaje, que cuenta además con unos figurantes "muy especiales y muy disciplinados" -35 niños suizos descendientes de españoles- durará todavía tres semanas más en Suiza y después irán a Sevilla.
Con "Un franco, catorce pesetas" Iglesias tenía "un ansia brutal" por hacer la película, un ansia que ahora se ha convertido en afán de "disfrutar hasta el último segundo de la creación mientras la hago -explica-: lo que quiero es apurar ese momento", enfatiza, y su equipo le jalea con una complicidad total, aún en plena nevada.
Los "decorados" son nada menos que los Alpes suizos, por un lado, y el valle del Jura con las Franches Montagnes por otro, y las ciudades de La Chaud de Fond y Les Breulex, donde el tiempo parece haberse detenido conservando intacta una belleza idéntica a la de las frías capitales soviéticas.
1942 es el presente para la historia, e irá hacia atrás al Madrid de 1930 y al de la Guerra Civil, pero después avanzará por 1945, 1956 y 1958 y finalizará en 1975, con la muerte de Franco.
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